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Feb
2007Feb
Idea sin base científica
9 comentariosLeo en unas declaraciones del Profesor Santiago Grisolía: “Desgraciadamente yo creo que la idea esta que se ha vendido muy bien por muchas religiones no tiene base científica”. “La idea esta” es “si después de la muerte hay algo”.
Una primera observación interesante en esta respuesta: “desgraciadamente”. Bueno, por lo menos se reconoce que la idea es deseable. ¡Qué pena, viene a decir el profesor, que no sea verdad tanta belleza! Pero la cuestión de fondo es que tanta belleza no puede ser verdad porque no tiene base científica. En estos casos se suele entender por ciencia un conocimiento basado en datos verificables. Vistas así las cosas no queda más remedio que afirmar que algunas preguntas no tienen respuesta científica. El problema del bien o del mal; el problema de si vale o no vale la pena vivir… Son preguntas importantísimas. Por ejemplo: si uno está pensando en suicidarse, el hecho de que no tenga respuesta científica el que merezca o no la pena vivir no invalida la importancia de la pregunta.
Entrando en el fondo del problema planteado, a saber, el de la muerte, y buscando quedarme sólo en la reflexión racional (todos sabemos lo que dice la fe, pero eso ahora metodológicamente lo dejo de lado) no hay duda de que desde la razón empírica hay que afirmar: la vida como tal no tiene sentido, acaba definitivamente con la muerte. Sin embargo, una razón más crítica y cauta pudiera ofrecer respuestas más matizadas: la muerte no es lo que parece, es un no saber, es lo desconocido. Con la muerte no sabemos a donde vamos. La muerte es el “sin respuesta”, dice por ejemplo un filósofo como E. Levinas. Si es así, entonces parece legítimo buscar una respuesta en las religiones. Cierto: luego habrá que analizar críticamente estas respuestas. Pero de entrada no pueden quedar invalidadas porque no tienen base científica.
Una primera observación interesante en esta respuesta: “desgraciadamente”. Bueno, por lo menos se reconoce que la idea es deseable. ¡Qué pena, viene a decir el profesor, que no sea verdad tanta belleza! Pero la cuestión de fondo es que tanta belleza no puede ser verdad porque no tiene base científica. En estos casos se suele entender por ciencia un conocimiento basado en datos verificables. Vistas así las cosas no queda más remedio que afirmar que algunas preguntas no tienen respuesta científica. El problema del bien o del mal; el problema de si vale o no vale la pena vivir… Son preguntas importantísimas. Por ejemplo: si uno está pensando en suicidarse, el hecho de que no tenga respuesta científica el que merezca o no la pena vivir no invalida la importancia de la pregunta.
Entrando en el fondo del problema planteado, a saber, el de la muerte, y buscando quedarme sólo en la reflexión racional (todos sabemos lo que dice la fe, pero eso ahora metodológicamente lo dejo de lado) no hay duda de que desde la razón empírica hay que afirmar: la vida como tal no tiene sentido, acaba definitivamente con la muerte. Sin embargo, una razón más crítica y cauta pudiera ofrecer respuestas más matizadas: la muerte no es lo que parece, es un no saber, es lo desconocido. Con la muerte no sabemos a donde vamos. La muerte es el “sin respuesta”, dice por ejemplo un filósofo como E. Levinas. Si es así, entonces parece legítimo buscar una respuesta en las religiones. Cierto: luego habrá que analizar críticamente estas respuestas. Pero de entrada no pueden quedar invalidadas porque no tienen base científica.