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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Oct
2013

Humanizar la red con amor

9 comentarios

Ahora que algunos corremos el riesgo de convertirnos en personas a una pantalla pegados, se hace más necesario que nunca humanizar la red. Esta humanización requiere, en primer lugar, mucha responsabilidad. Cada uno debe ser capaz de responder ante Dios y su conciencia de la verdad de lo que escribe. Porque donde no hay verdad, sino media verdad, suposición, apariencia, impresión, si cuenta más el hábito que el monje (o la monja), si solo importa la rentabilidad o el número de entradas, si la ideología o los gustos estéticos son el criterio de lo que se publica, si el mundo se divide en buenos y malos, si no hay matices o escala de grises, lo escrito se convierte en un arma arrojadiza que puede causar daños irreparables.

 

La verdad debe decirse con caridad. Dicha sin caridad deja de ser verdad. Donde no hay amor, la verdad se corrompe. Cuando digo que la verdad debe estar calificada por el amor quiero decir que la verdad no se impone con coacciones, insultos o amenazas. La verdad confía en la libertad y se impone por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y dulcemente en las almas. Por lo demás, cuando descalificamos en nombre de la verdad a los que apelan al amor, no hacemos más que inocular a pequeña escala el mismo virus que, a gran escala, conduce a las guerras y al terror.

Todo esto me lleva a pensar que en la red hay una gran necesidad de silencio (la expresión “silencio en la red” la escuché hace meses a un buen periodista), precisamente para que pueda oírse la verdad con amor. Hay excesivas palabras que ahogan, noticias falsas, bulos, campañas descalificadoras y comentarios hechos con muy mala educación. Sobre todo en las páginas religiosas necesitamos un silencio constructivo para que se escuche la verdad de Dios. Silencio constructivo no significa dejar de publicar. Significa utilizar un lenguaje propositivo, comprensivo, que tienda puentes de diálogo, que escuche al otro, que tenga en cuenta que lo que “el otro” dice es quizás un aspecto de la realidad que se me había escapado.

Silencio constructivo significa tomar partido por los más débiles. Significa también usar un lenguaje que sane las heridas y no las empeore. Porque hay heridas que, cuando empeoran, llevan a la muerte. Una página que solo busca condenar no puede ser religiosa. Hay demasiados disparos. Necesitamos el aceite del consuelo que cura las heridas, y el vino de la esperanza, que nos une como hermanos por encima de las diferencias.

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Antonio Maqueda
3 de octubre de 2013 a las 00:08

Sabias palabras, P. Martín. Por desgracia, vivimos tiempos de mucho ruido, de muchos gritos y mucho escándalo y estamos necesitados de espacios de silencio, de susurros y de consuelo. Y Dios no estaba en la tormenta ni en el terremoto, sino en la suave brisa del atardecer, y Elías se cubrió la cara para no ver la gloria de Dios.

Antonio Saavedra
3 de octubre de 2013 a las 13:03

Gracias, Martín, por aplicar este bálsamo a un caso muy reciente que me dejó algo herido: entre los comentarios de un foro una mujer se expresó partidaria del aborto de forma no muy templada. Pero aun peores fueron las respuestas de presuntos cristianos, tanto que me permití llamar la atención a un par de ellos por lo que me pareció falta de amor y respeto.
Una aceptó mi crítica; otro me respondió apelando a la apologética.

Pablo Garcia Serrano.
3 de octubre de 2013 a las 15:25

Me gusta la reflexión, y añado algo más sobre el silencio:
El silencio es el que conscientemente se calla, el autor que con bellas palabras batalla, y ante Cristo no da la talla, el pecado de omisión tiene difícil perdón, silencio es no apoyar a quien dice la Verdad, por pura necedad, es mirar primero quien la dice para apoyar o no sin analizar lo que dice, es callar porque no me conviene, y apoyar a quien temporalmente me sostiene, es contestar con argumentos interesados, para aumentar los propios pecados, para estorbar la verdad, que nos priva de la eternidad, con la interesada vanidad, es mirar por lo temporal,atacando al sensato y racional, que encuentra en la Palabra de Cristo la verdad cabal.

a la escucha
4 de octubre de 2013 a las 09:01

Hay personas que han decidido vivir sin pantallas, unpluggeds, desenchufados, fuera de cobertura. O limitar las horas de conexión-en-pantalla. Para ganar en calidad de vida, en comunicación " real", dejando espacios de silencio profundo que propician una escucha activa y amorosa. Una escucha del Otro y de los hermanos. Desde el Silencio, espacio de libertad, brota la palabra fraterna, respetuosa con la diferencia.

Sería bueno desenchufarse de la vida virtual de vez en cuando, a modo de día de desierto,y volver al silencio y escucha esencial. Retomar un tempo lento. Buena profilaxis para mantener un sano equilibrio entre máscaras virtuales y nuestro ser esencial, lejos de interferencias superficiales, cuando no, tóxicas. Así la red dejaría de ser el espacio de vertido tóxico del inconsciente individual y colectivo.

Para encontrarnos a tiempo real, cara a cara, de forma presencial, con Dios y los hermanos.

Gracias P. Gelabert por su voz de alerta.

Educare
4 de octubre de 2013 a las 14:40

Estoy de acuerdo con sus opiniones, es necesaria una mayor humanización en la red que es en definitiva, entre humanos, ya que estamos viviendo en la barbarie, en muchos aspectos; agresiones verbales, considerados como objetos, humillados a causa de la alta competencia, se pisa sin piedad y blando. La persona humana no tiene ningún valor, predominan los sentimientos de envidia. Hay un egoísmo rampante por doquier y la Iglesia no se libra de ello…Tiene el papa Francisco una gran tarea a realizar, pero afortunadamente, está ya en ello. Se intuyen también aires frescos en la Conferencia episcopal española… Todos si queremos podemos encontrar matices y gamas de colores y no quedarnos con blanco o negro. La humanización se realiza desde la educación y formación…

Juan
5 de octubre de 2013 a las 18:52

Más que silencios, necesitamos voces de equilibrio, de sabiduría, de optimismo, de consuelo, de respecto. El mundo está hambriento de sentido común, de voces humides y verdaderas. Abundan los manipuladores de la palabra: faltan pensadores honestos como los participantes de este blog. Gracias fr. Martín y comentaristas.

Anónimo
6 de octubre de 2013 a las 22:10

Puedo discernir de este comentario una realidad que el demonio utiliza para crear inestabilidad y que si no pedimos que Dios nos auxilie y fortalezca, nos dejamos arrastrar y somos destruidos, en muchas ocasiones me quedo sin poder dar una respuesta ante lo que circula en la red, por temor de contribuir a esa destrucción. Gracias Hno. Martin.

Paqui López Icardo
16 de octubre de 2013 a las 17:13

Estoy absolutamente de acuerdo en la trivilización de la palabra, a pesar de lo constructiva que puede ser de forma oportuna, veraz, humilde, sin creerse en posesión absoluta de la verdad, de la que cada uno llevamos una partecita. ¿No es cierto que la mejor y más oportuna palabra brota del silencio? Desde ese lugar en el que reside lo que de esencia divina tenemos...
Gracias, P, Martín, voces como la suya, no tienen precio

Joaquin Gorreta
6 de diciembre de 2013 a las 08:00

COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.

Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.

Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.

Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años

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