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Hacer de la crisis una oportunidad
6 comentariosCrisis significa dificultad; y también momento decisivo. La palabra misma indica que la crisis puede ser una oportunidad. En la crisis la dificultad que aparentemente nos conduce a lo negativo puede convertirse en la posibilidad de lo positivo. Por ejemplo, cuando alguien quiere quitarme lo mío, yo puedo transformar el acto malo de mi adversario en un acto bueno mío, si en vez de sufrir pasivamente la sustracción la convierto en donación. El otro pretendía quitarme algo, yo se lo doy libre y gratuitamente, demostrando así mi generosidad y mi desprendimiento.
Eso es lo que ocurre cuando a Jesús quieren quitarle la vida. En este momento decisivo, en el que parece que Jesús va a perder la iniciativa porque otros le obligan a hacer lo que no quiere, Jesús transforma el odio de los que quieren matarle en un acto de amor hacia sus enemigos. De modo que, incluso en ese momento en el que parece que no hay ningún motivo para amar, Jesús sigue siendo el dueño de su destino y mantiene firme la actitud amorosa que ha orientado toda su vida. Jesús corta así la lógica de la violencia. Si Jesús, en el momento de su muerte, hubiera respondido con el desprecio, se hubiera comportado lógicamente y todos lo comprenderían, sus amigos le hubieran aprobado. Pero eso hubiera sido dar un motivo para que sus adversarios le hubieran respondido con un nuevo acto de violencia. Al responder al odio con amor, Jesús muestra la sin razón del odio: “me han odiado sin motivo” (Jn 15,25).
¿Cómo es posible transformar un momento de crisis en una oportunidad de nueva vida? Es posible cuando uno está más adherido a los valores positivos que a los negativos, cuando uno ama más el bien que puede hacer que la violencia con la que humanamente estaría tentado a responder. Jesús se niega a poner el mal en el mismo plano que el bien. No tienen el mismo valor. El amor de Jesús era tan radical que ya no tenían importancia las consecuencias para la propia vida. Porque el amor vale más que la muerte. Si esto es así, entonces Jesús, que había hecho del amor el valor supremo, no podía de ningún modo morir odiando. Eso hubiera sido renegar del amor. El Reino de Dios es incompatible con devolver mal por mal.