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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

21
Jun
2012

Evangelio y religiosidad inca

2 comentarios

La visita a la ciudad de Cuzco me ha hecho pensar en lo que podría haber sido un buen encuentro del Evangelio con las religiones de la humanidad. Hoy podemos extraer una serie de lecciones que, cuando los primeros misioneros llegaron a América, no era posible sacar. Ya dije en el post anterior que en los templos incas se encuentran elementos religiosos comunes al judeo-cristianismo. Aparte del número tres como símbolo de lo divino, están también otros símbolos como la serpiente que, tanto para el testamento judío como para el cristiano, es una referencia divina. O el arco iris. En la biblia judía, el arco iris es el signo del pacto, nunca revocado, que Dios hace con toda la humanidad. Por cierto, toda la ciudad de Cuzco está plagada de banderas con los colores del arco iris. ¿Y qué pensar del sol como la máxima divinidad? El evangelio insinúa que Jesucristo es el verdadero sol que nace de lo alto.
 

En Cuzco hay excelentes cuadros debidos a pintores indígenas. En uno se ve al jefe inca Atahualpa a caballo, y frente a él unos dominicos y un grupo de soldados. La escena recuerda la entrega de la Biblia al jefe inca que, evidentemente no sabía leer latín. El inca despreció el libro que le entregaban y los soldados españoles actuaron en consecuencia. En otro cuadro sobre la última cena, Pizarro ocupa el lugar de Judas, con bolsa incluida. El conquistador es expoliador. Hay un cuadro sobre la pasión, en el que los soldados romanos son sustituidos por soldados españoles. En la catedral hay otro que recuerda la ayuda que los españoles atribuyeron a Santiago y María cuando los incas estaban a punto de deshacerse de ellos. De ahí que en Cuzco, el apóstol Santiago no es “matamoros”, sino “mata indios”.
 

Una cosa que hace pensar: cuando un pueblo ha sometido a otro, ha reconvertido los lugares sagrados del sometido a la religión de los conquistadores. Se diría que lo sagrado nunca pierde su cualidad. Los incas colocaban en sus templos a las divinidades de los pueblos vencidos. Y el altar del templo de Santo Domingo, en Cuzco, está situado en el mismo lugar en el que estaba el altar de los sacrificios incas del templo del sol. El convento de las monjas dominicas ha sustituido al santuario en el que algunas jóvenes incas, una especie de vestales, se encerraban de por vida para consagrar al dios sol su virginidad.
 

Eran otros tiempos. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. Las huellas de aquellos tiempos pueden ayudarnos a actualizar lo bueno y a no repetir lo malo. El Evangelio siempre hay que ofrecerlo como una buena noticia, que va al encuentro de las culturas, para detectar en ellas un apetito de evangelización.

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Lector
21 de junio de 2012 a las 17:19

Padre, le sigo allá donde va. Gracias por estas reflexiones que ayudan a comprender que el Espíritu de Dios no tiene fronteras y que Dios, por los medios que sólo él sabe, se hace presente en todas partes.

Julio Salazar
21 de junio de 2012 a las 17:51

Dios le ha dado a usted el don de la sabiduría, siempre he pensado que cada pueblo adora a un mismo Dios padre llamesele como se le llame y representele como se lo represente, el poder de nuestro Dios no puede ser excluido de ningún pueblo, pues el se ha hecho presente de diversas maneras a cada pueblo y sus creencias.

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