Abr
Ética y religión, distintas pero no distantes
8 comentariosEl relato del juicio final de Mt 25,31-46, deja muy claro lo que Dios tendrá en cuenta para dejarnos entrar en su Reino. No será la religiosidad ni la piedad, sino el comportamiento que cada cual tuvo con sus semejantes, especialmente con los más necesitados, los que pasan hambre, los enfermos, los extranjeros, los que están en la cárcel. Los que en este mundo les auxiliaron y acogieron, serán aprobados por Dios, sin que importe si tenían o no tenían creencias religiosas, si eran personas piadosas, y otras cosas parecidas. He comprobado que esta lectura plantea dificultades a algunas buenas personas practicantes y religiosas, porque se preguntan: ¿entonces para que sirve rezar? Si lo que importa es el comportamiento con el prójimo, parece que Dios sobra y que no es necesario dar testimonio de nuestra fe en Jesucristo. Con esta lectura del texto de Mateo reducimos el cristianismo a una ética.
Estoy de acuerdo con que la religión no se reduce a una ética. Pero el texto de Mt 25,31 ss., dice lo que muchos temen que diga. Surge entonces la pregunta de para qué sirve la religión y cuáles son sus beneficios. Algunos responden que necesitamos la religión para saber cuál es la voluntad de Dios. Pero se puede cumplir la voluntad de Dios sin ser una persona religiosa y sin saber que esa es la voluntad de Dios. En el juicio final los que ayudaron al prójimo no sabían en realidad el alcance del bien que habían hecho. Otros dicen que el diablo es muy tramposo y ponen como ejemplo que se puede ser un hipócrita redomado y trabajar en una ONG en pro de los demás, y que este trabajo no hace a uno cristiano. Pero ya Jesús dijo que, suponiendo que él expulsase demonios en nombre de Satanás, entonces eso significaría que Satanás trabaja contra sí mismo. Pues bien, si un hipócrita redomado hace caridad, eso significa que estamos ante un hipócrita que trabaja por el Reino de Dios. Deberíamos alegrarnos, no de su hipocresía, pero sí de su trabajo.
En suma, lo que cuenta ante Dios no son las prácticas religiosas, sino nuestro comportamiento con el prójimo. Si a esto ayuda la religión, entonces es una buena religión; si hace que nos olvidemos del prójimo, es mala religión. En el encuentro con el necesitado alcanzamos a Dios, sabiéndolo o sin saberlo. Eso sí, el que lo sabe vive con más alegría, con una mejor calidad de vida. Es importante conocer el secreto escondido en el prójimo. Ese secreto Jesús nos lo ha dado a conocer.