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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

6
Ago
2016

Estudiar para comunicar lo contemplado

4 comentarios

Predicar consiste en comunicar a otros lo que uno ha contemplado. Estas palabras, inspiradas en Tomás de Aquino, resumen, a mi entender, lo que, entre los dominicos se conoce como “misión intelectual” de la Orden. En efecto, el estudio, uno de los elementos esenciales que definen el carisma de la Orden, no tiene valor por sí mismo, está al servicio de la predicación. Ahora bien, una predicación que no esté avalada por el estudio, se convierte en un recetario de frases piadosas o de fórmulas genéricas que no iluminan la inteligencia. Y sin luz, no hay modo de caminar en la vida, ni de saber a dónde vamos.

La Orden de Predicadores siempre ha considerado el estudio como absolutamente esencial, como una exigencia vital. Ya el Cardenal Cayetano declaró en 1513 algo que debería hacernos pensar y, sobre todo, que debería estimular a toda dominica y a todo dominico: “Que otros se alegren de sus prerrogativas; en cuanto a nosotros, si no nos distinguimos por la Sagrada Doctrina, nuestra Orden ya no tiene más razón de ser”. Y el P. Lacordaire, restaurador de la Orden en Francia, hablaba de que para ser dominico no bastaba “conocer y practicar la disciplina de la Orden”; así, decía Lacordaire, se es “dominico de corazón”; pero es necesario, además, ser dominicos “por la inteligencia”.

A veces, entre los dominicos, se ha distinguido y hasta contrapuesto, los frailes que se dedicaban al estudio y los que se dedicaban a la predicación. Distinción fatal, que reposa sobre un triste equívoco. Pues la predicación supone el estudio y el estudio está al servicio de la predicación y del apostolado.

El objetivo de la predicación es la salvación de las personas. La salvación viene del encuentro con Jesucristo. Para encontrarlo es necesario que alguien lo dé a conocer. Esa es la función del predicador. Ahora bien, para dar a conocer a Jesucristo es necesario haberlo encontrado previamente. El estudio ayuda a profundizar el encuentro y a presentar al Señor Jesús de forma atrayente y adecuada, con un lenguaje inteligible, respondiendo a las dificultades que los oyentes puedan encontrar y, sobre todo, mostrando la cara más auténtica de Jesús que no es otra que gracia y misericordia. Visto así, el estudio de la teología engendra amistad, primero con Dios y luego con las personas a las que se dirige el predicador.

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Juan
6 de agosto de 2016 a las 17:58

En estos tiempos en que el diálogo entre grupos o individuos brilla por su ausencia (los políticos españoles de turno, como ejemplo), es responsabilidad de los intelectuales dominicos de la formación de las nuevas generaciones de frailes en una buena teología, sin "patentes exclusivas de la verdad", pero con un lenguaje adecuado y humilde que revele de alguna forma la objetividad de nuestra fe en el Resucitado.

Anónimo
7 de agosto de 2016 a las 12:56

Pacientes y en silencio. Entre urgencias hiperconectadas. Esperan. Los libros.

En este tiempo lento, mecidos por la brisa junto al mar o a la sombra amable de un pino, esperan compartir la aventura que alguien, a solas y en silencio dejó escrito. Releer aquellos textos iluminadores de nuevas perspectivas, con nueva mirada. Dejando que sus páginas se deslicen entre nuestros dedos.

Alegría profunda ante un nuevo descubrimiento, o la intuición corroborada. Levantando la mirada mientras lo leído va macerando en nuestro interior en amalgama de razón y emoción. Y en su momento, compartirlo.

Tiempo lento , dejándonos empapar. Para que nuestra palabra llegue desde el tamiz de la Vida. Palabra vivida.

Buen verano, y buenos libros, Fray Martín y lectores.

entrelibros

feliciano lópez robles
7 de agosto de 2016 a las 20:11

Por desgracia tropezamos, muchas veces, con predicadores que no lo son tanto; hablo del predicador en general, también del que tiene que elaborar la homilía del domingo y exponerla a los fieles de su parroquia.- El predicador, sacerdote, queda muchas veces en evidencia por su falta de preparación, algo que al oyente avispado no se le oculta.- La vida de unión con Jesucristo, la amistad que se fragua con el Señor, es lubricante que engrasa la exposición del predicador y salpica a la asamblea de los oyentes.- Cuando esto falta, la luz no asoma, la tiniebla es patente, no dice nada.- Estudiar y contemplar para poder ofrecer el néctar que destila de la Palabra de Dios.- Todo este trabajo requiere una disposición entregada y generosa para poder llegar a las almas; hoy, el ambiente que se vive disipa en exceso.-

Anónimo
8 de agosto de 2016 a las 13:49

Muchas felicidades, hoy festividad de Santo Domingo, a toda la familia dominicana.

Un recuerdo muy especial a los profesores de la Facultad de Teología de Valencia-antigua sección Dominicos-. Mil gracias por transmitirnos el espíritu del Vat II en la enseñanza teológica, por enseñarnos que pensar, investigar, profundizar, no está reñido con la lealtad a la fe y a la Iglesia. Por el respeto al ser genuino de cada uno. Por vuestra alegría y dedicación, por vuestra transmisi-on infatigable de la búsqueda de la Verdad.

Por ser adelanto de este tiempo de esperanza en el inicio de un nuevo ciclo eclesial.

Un afectuoso recuerdo en la oración

a la escucha

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