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Esta Palabra que ha ocurrido allí
2 comentariosJesús es una bendición para todos porque es la Palabra definitiva que Dios dice. Palabra de amor, compasión y perdón. Una palabra de gracia. “Con él ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los seres humanos”, dice la segunda lectura de la noche de Navidad.
En el Evangelio de la Eucaristía de Nochebuena se proclama el gran anuncio, la gran alegría que los mensajeros celestiales ofrecen a los pastores: “Hoy ha nacido un Salvador”. Es una pena que sólo se lea hasta el versículo 14 del capítulo 2 de Lucas. Porque el versículo 15 dice algo muy importante. Desgraciadamente puede pasar desapercibido en las traducciones habituales. En éstas se lee: cuando los ángeles dejaron a los pastores, éstos “se decían unos a otros: vamos a Belén a ver lo que ha sucedido”. En realidad, el texto griego dice: “Veamos esta Palabra que ha ocurrido allí”. ¡Estamos ante un texto teológico! Y teológica, y no solo histórica, es la mención del emperador Augusto. La salvación no viene de los poderes mundanos, por muy imperiales que sean, sino del humilde siervo que Dios envía.
La novedad de la noche de Navidad es esta: se puede mirar la Palabra, pues ésta se ha hecho carne. El Dios del que no es posible hacerse ninguna imagen, pues cualquier imagen lo falsearía, este Dios se ha hecho visible en Jesús. En la figura de Jesucristo, en sus palabras, sus obras y su vida toda, en su muerte y gloriosa resurrección, podemos ver la Palabra de Dios. Una Palabra que invita a ser acogida con fe y amor, y por eso, nos da esperanza. Una Palabra que se deja tocar. La Palabra definitiva que viene del Padre para unirse a nuestra humanidad y salvarla.