Jun
Esperanza esperable
1 comentariosDicen que la esperanza es lo último que se pierde. Sin embargo, mi impresión es que falta mucha esperanza, no sólo en esos lugares donde abunda la pobreza y escasean las posibilidades de trabajo, sino también en nuestro mundo rico, en el que tenemos de todo, pero nunca acabamos de estar satisfechos. He leído en George Sand que a las personas nos gusta tanto viajar porque no estamos contentos en ningún lugar. Y Bernardo de Claraval dice que los seres humanos, en vez de agradecer lo que tenemos, nos pasamos la vida lamentando lo que no tenemos. Nunca estamos contentos del todo. Y, en ocasiones, no estamos satisfechos de nada. En estos casos es frecuente utilizar la palabra esperanza para animar a los que se encuentran desanimados o en mala situación.
Tan importante como dar esperanza es no profanarla. En el ámbito personal, en el político, y también en el religioso, cuando aparecen dificultades, se hacen apelaciones a la esperanza. Pero la esperanza no es un consuelo para acallar protestas, un recurso para conseguir votos a base de falsas promesas, o un modo de cerrar los ojos ante las dificultades apelando a futuros que nunca llegan. La esperanza debe ser esperable. Y se hace esperable cuando ofrecemos soluciones, cuando buscamos salidas buenas y reales para la situación opresiva. Ejemplos de esperanza profanada por no esperable son las posturas que reflejan estos recientes titulares de prensa: “El Gobierno dice que saldremos adelante, pero no anuncia medidas”; “muchas palabras y pocas soluciones contra el hambre”; “el Gobierno confía en atajar el conflicto con medidas que no precisa”.
Sólo hablan correctamente de esperanza los que antes se han detenido a pensar en las posibilidades que tiene de salir adelante aquello para lo que reclaman esperanza. La esperanza reposa siempre sobre un poder. Cuando se habla de esperanza y las posibilidades de conseguir lo esperado son nulas, o apuntan a los contrario de lo que se desea, aparece la desesperanza. Y eso vale tanto para la esperanza en el futuro Reino de Dios, como para las esperanzas mundanas. La posibilidad es condición indispensable de la esperanza. La esperanza siempre es activa, movilizadora. Sólo ofrecemos de verdad esperanza cuando nos comprometemos a luchar, con todos nuestros recursos, para conseguir lo esperado.