Sep
Especie única
8 comentarios“Yo soy especie única” decía Miguel de Unamuno. Cada uno de nosotros es único, irrepetible, singular. He recordado la frase de Unamuno releyendo en el capítulo primero del Génesis que Dios creo la hierba del campo, los peces del mar y los animales de la tierra “según sus especies”. Sin embargo, el hombre no ha sido creado en masa, como se dice de las otras criaturas, sino aparte, como ejemplar único, y de cerca, por una palabra que Dios le ha dirigido personalmente. Allí donde no hay más que géneros de criaturas, de seres creados “según su especie”, aparece el primer nombre propio: Adán, creado “a imagen de Dios”, porque su destino no está hecho a la medida de un mundo creado ya hecho del todo. Cada uno ha sido elegido personalmente “antes de la fundación del mundo”, para ser “hijo adoptivo por medio de Jesucristo” (Ef 1,3-6).
Dios es libertad y amor, soberana gratuidad. El hombre ha sido hecho a su imagen porque es capaz de libertad y de amor, porque hay gratuidad en él. En eso mismo que constituye lo específico de la humanidad se encuentra la imagen de Dios. Se encuentra también en la capacidad que tiene el hombre de entrar en relación con otro, en la medida en que la relación implica libertad y elección afectiva; o también en la capacidad de dirigir la palabra a alguien, ya que esto equivale a reconocerle como semejante, capaz de establecer una alianza de amor conmigo. El hombre es imagen de Dios por su aptitud para salir de sí e ir hacia el otro, por su capacidad de dar la vida por amor.
Mientras las otras criaturas terrestres están sujetas a la necesidad, el hombre, por ser imagen de Dios, puede elegir y escapar de la necesidad que rige a los otros seres del mundo. El hombre es el único ser capaz de no permanecer tal como ha sido hecho, tiene poder para construir su propio porvenir original, capacidad de hacerse a sí mismo. Está siempre en devenir porque está secretamente trabajado por una alteridad que le atrae más allá de sí mismo, por una trascendencia que le invita a superarse más allá de los límites en los que están encerrados los otros seres. En este sentido cada ser humano es único, singular, especie única.