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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

14
Jun
2009

Esforzarse por ser imagen de Dios

6 comentarios

El pasado domingo escribí sobre las cartas de Wanda Poltawska a Juan Pablo II. Me gustaría volver sobre esta sorprendente mujer. En la Polonia ocupada por los nazis, Wanda, con 18 años, colaboró con la resistencia. Arrestada y torturada por la Gestapo, fue enviada a un campo de concentración. Recordando las barbaridades que los carceleros hacían con las prisioneras, Wanda hace esta reflexión: “En aquel campo de concentración comprendí que el hombre no es automáticamente imagen de Dios, sino que debe esforzarse por serlo”.

La reflexión tiene una buena base teológica. Ya los Padres de la Iglesia hacían una distinción entre imagen y semejanza que recoge el Catecismo de la Iglesia Católica. La imagen es un concepto estático, mientras la semejanza es una realidad dinámica. La imagen es la base que Dios da a todo ser humano para construir sobre ella la semejanza. La imagen es una posibilidad que hay que actualizar para así llegar a ser divinos. En este sentido la imagen –la posibilidad- no se pierde nunca, mientras la semejanza se pierde por el pecado, y se recupera por la gracia.

Dicho de otro modo: Dios nos ha hecho de tal forma que podemos orientar nuestra vida hacia lo peor y hacia lo mejor, hacia lo diabólico o lo divino. Al crearnos a su imagen, Dios nos ha dado un inmenso regalo. Pero se trata de un don sobre el que hay que trabajar cada día para no perderlo. La vida como imagen de Dios es un regalo que no hace regalos. Más aún, es un regalo que puede alzarse contra el dador del regalo. Es lo que ocurrió en los campos de concentración nazis. Y sigue ocurriendo cada vez que despreciamos o pisoteamos al hermano. Lo diabólico, lo anti-divino, lo que nos separa de Dios, paradójicamente es posible porque Dios nos ha hecho a su imagen. Una imagen que puede actualizarse contra Dios, vivirse en el enfrentamiento. Entonces se produce una contradicción horrorosa, un desgarramiento espantoso; lo divino que hay en el hombre se degrada hasta tal punto que se hace irreconocible. Pues cuando se corrompe lo bueno aparece lo pésimo. Tiene razón Wanda Poltawska: hay que esforzarse cada día por ser imagen de Dios.

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lola
14 de junio de 2009 a las 18:31

lo cual puede resultarnos dificil-La historia se repite, y nosotros como el pueblo de Israel, alkl ver que Dios no se manifiesta como nosotros queremos nos costruimos el becerro de oro, imagen tangible, que se nos acomoda y es facil de manipular. Existen muchos becerros de oro, en la actualidad, que nos impiden intentar ser esa semejanza

Isabel
14 de junio de 2009 a las 19:10

Es cierto que Dios nos ha dado un inmenso regalo.Y hemos de trabajar cada día para no perderlo pero,por nuestra condición de criaturas nos facilita perder esta semejanza tan valiosa.,el ser imagen de Dios.
Otro regalo muy estimable es el sacramento de la reconciliación,por el que volvemos a recuperar la gracia.Sacramento hoy en día muy olvidado e incluso despreciado.Se habla o se propone muy poco a los fieles,que llegan a considerarlo desfasado o innecesario,según mi opinión.

FRAY BENITO,OP
14 de junio de 2009 a las 22:38

QUE BONITO QUEDA "ESFORZARSE POR SER IMAGEN DE DIOS" y "como podemos orientar nuestra vida hacia lo peor y lo mejor?" " hacia lo diabólico y la divino?".
Les ocurre a gran cantidad de seres humanos, cada vez más, que en realidad no creen que Dios pueda estar presente,ya que son parte de las mil y una desdichas que ocurre en este mundo.¿Como crees que reaccionan de los cuatro millones de parados,cuando llega el día que no pueden dar de comer a sus hijos? ¿Como han reaccionado los pacíficos indígenas de Perú cuando han ido a quitarles sus tierras?.Consideran que Dios es un convidado de piedra,alguien de quien todos han oido hablar pero de corazón duro y oidos sordos al dolor humano.
Es dificil asumir que hay un Ser Todopoderoso que no parece reaccionar ante los sinsabores que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida.....Solemos sentirnos superiores por tener FE y repetimos como papagayos tres o cuatro frases aprendidas,los que habeis estudiado a Sto.Tomás para rebatir a los ateos o agnósticos.Nos vemos en la obligación de sacarles de su error y somos lo suficiente vanidosos para NO admitir jamás que en algo estamos fallando.No podemos reprochar a nadie que crea que Dios no está para ver nada.Sencillamente porque esa responsabilidad nos la ha dejado a nosotros. Somos la voz de Dios en la tierra. Es tan sencillo como que Jesús _ Dios se hizo hombre,se comporto,se arriesgó y sufrió como un ser humano. Nos enseñó el camino a seguir,un camino POSIBLE para los hombres.Él amó,enseñó,denunció....Ahora nos toca a nosotros y de una manera especial a los hombres importantes de la Iglesia. FRAY BENITO,OP

margalit
15 de junio de 2009 a las 09:21

La festividad de la Trinidad, de celebración reciente, nos recuerda las estrechas relaciones entre el Padre el Hijo y el Espíritu Santo. Comunión de Amor, dinamismo del Amor en Dios, siempre actualizado, siempre nuevo. “A imagen de Dios los creó hombre y mujer los creó”, nos relata el Génesis. Libres nos creó Dios para elegir-Le. Desde lo oscuro del des-Amor, holocaustos, guerras, violencia de un ser humano contra otro, el Amor infinito del Crucificado-Resucitado da un nuevo impulso de Vida. Wanda Poltawska, como anteriormente Etty Hillesum, Dietrich Bonhoeffer, Edith Stein, o los humillados anónimos, humanidades suplementarias del Dios-Amor, son imagen viva de esperanza desde el horror. Wanda Poltwaska y Karol Wojtyla reconstruyeron sus historias personales urdidas en desamor, sosteniendose mutuamente gracias a su amistad. Un “Otro” donde vieron reflejado el dinamismo divino- amoroso, que ha ido iluminando sus sombras. Supieron encontrar la perla escondida en sus vidas, actualizando la chispa de lo divino en la oscuridad de la sinrazón. La theopoiesis, la divinización implica la plenitud de lo humano. La luz no se hizo para esconderla bajo el celemín. Estamos llamados a dar fe de la verdad . Por eso la doctora Wanda Poltwaska, con el consentimiento de Juan Pablo II, nos muestra el dinamismo de su amistad , de su com-unión en el Amor. Semilla de esperanza en tiempos de desgarros y violencia. La verdad no sabe de miedos ni componendas. La de Wanda y Karol se ha forjado en sufrimiento. La semejanza actualizada con Cristo implica llegado el momento sacar a la luz aquello que de la Luz nació, sin miedo. Como la psiquiatra Wanda Poltwaska. Gracias a su formación humano-espiritual, puede afrontar todo el revuelo originado alrededor de su relación . "Él quería que yo diera fe de la verdad, hablé con él de esto antes de su muerte. Él quería. Todo lo demás no me importa", dice Poltawska, mostrando el consentimiento de K. Wojtyla. La verdadera amistad siempre es fiel y leal. a imagen y semejanza del Dios fiel. Como Yo os amé, con el mismo Amor, amaos así vosotros, nos legó Jesucristo. Un Dios cercano, amoroso en su Palabra. Gracias M. Gelabert.

Desiderio
15 de junio de 2009 a las 14:50

Este post me parece fantástico. En testimonios como los de esta mujer se encuentra la verdadera radicalidad de nuestra fe, puesta de manifiesto para mí en el misterio de la libertad. Dios nos creó permitiéndonos esa posibilidad de no querer estar con Él. ¿Hay muestra más grande de generosidad? Su Amor nos deja libres para que a su vez nosotros seamos capaces de amarle sin ningún tipo de coacción, desde nuestra más radical y profunda libertad. Dios va en serio con nosotros, no juega, y permite que vayamos por rutas desviadas, permite que nos alejemos de Él, permite que seamos capaces de realizar las peores barbaries. Y de alguna manera, sólo por ese camino misterioso mezcla de gracia divina y de esfuerzo humano podemos intentar acercarnos a Él. Por otro lado, para mí escuchar testimonios de los campos de concentración, y descubrir cómo hay gente que afrontó estas situaciones inimaginables con confianza (¿quién no ha leído a Víctor Frankl?), me hace intuir que la felicidad, la verdadera y profunda felicidad no está tanto en no sufrir como en el hecho de vivir las distintas situaciones, buenas o malas, siempre con fe, con confianza en el Señor. ¿De qué nos sirve triunfar en esta vida, poseerlo todo,… si eso nos aleja de Dios? Pero esto no quiere decir que no sea duro: no hay más que pensar cómo fue Jesucristo a su Pasión: confiado ciegamente en Dios Padre, pero entiendo que humanamente aterrado. ¡Que sepamos vivir nuestros sufrimientos en la confianza!

Jesús, presbítero escolapio
17 de junio de 2009 a las 01:38

Ciertamente, nuestra vida cristiana es don y tarea, que cada día es necesario descubrir, custodiar, cultivar y hacer crecer para alcanzar la plenitud a la que somos invitados, llamados e impulsados desde lo alto y desde lo íntimo.

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