Jun
Esforzarse por ser imagen de Dios
6 comentariosEl pasado domingo escribí sobre las cartas de Wanda Poltawska a Juan Pablo II. Me gustaría volver sobre esta sorprendente mujer. En la Polonia ocupada por los nazis, Wanda, con 18 años, colaboró con la resistencia. Arrestada y torturada por la Gestapo, fue enviada a un campo de concentración. Recordando las barbaridades que los carceleros hacían con las prisioneras, Wanda hace esta reflexión: “En aquel campo de concentración comprendí que el hombre no es automáticamente imagen de Dios, sino que debe esforzarse por serlo”.
La reflexión tiene una buena base teológica. Ya los Padres de la Iglesia hacían una distinción entre imagen y semejanza que recoge el Catecismo de la Iglesia Católica. La imagen es un concepto estático, mientras la semejanza es una realidad dinámica. La imagen es la base que Dios da a todo ser humano para construir sobre ella la semejanza. La imagen es una posibilidad que hay que actualizar para así llegar a ser divinos. En este sentido la imagen –la posibilidad- no se pierde nunca, mientras la semejanza se pierde por el pecado, y se recupera por la gracia.
Dicho de otro modo: Dios nos ha hecho de tal forma que podemos orientar nuestra vida hacia lo peor y hacia lo mejor, hacia lo diabólico o lo divino. Al crearnos a su imagen, Dios nos ha dado un inmenso regalo. Pero se trata de un don sobre el que hay que trabajar cada día para no perderlo. La vida como imagen de Dios es un regalo que no hace regalos. Más aún, es un regalo que puede alzarse contra el dador del regalo. Es lo que ocurrió en los campos de concentración nazis. Y sigue ocurriendo cada vez que despreciamos o pisoteamos al hermano. Lo diabólico, lo anti-divino, lo que nos separa de Dios, paradójicamente es posible porque Dios nos ha hecho a su imagen. Una imagen que puede actualizarse contra Dios, vivirse en el enfrentamiento. Entonces se produce una contradicción horrorosa, un desgarramiento espantoso; lo divino que hay en el hombre se degrada hasta tal punto que se hace irreconocible. Pues cuando se corrompe lo bueno aparece lo pésimo. Tiene razón Wanda Poltawska: hay que esforzarse cada día por ser imagen de Dios.