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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
May
2009

El voto cautivo de nuestros diputados

6 comentarios

Detrás de la reforma de la ley del aborto hay una serie de cuestiones de fondo muy serias: el valor y dignidad de la vida humana, o la dimensión teleológica, la finalidad inherente del embrión. Hay otras menos importantes, pero que no dejan de tener su interés: la ley, al privar a los padres de su derecho de vigilancia y decisión sobre su prole menor de edad, los considera mera prolongación de la hostelería, pues su papel casi se limita a dar comida y habitación a sus hijas de 16 años.

Hay un asunto que concierne al papel de los diputados que va más allá de la simple formalidad para entrar en el terreno de la conciencia, ese sagrario inviolable en el que el ser humano está a solas con Dios y en el que escucha una voz imperativa que le dice lo que es bueno y lo que es malo. Me refiero al hecho de que algún partido como CIU ya ha anunciado que sus diputados tendrán libertad de voto. Otros, como el Partido Socialista, también ha anunciado que sus diputados votarán disciplinadamente lo que diga la dirección. No quiero caricaturizar la disciplina de voto diciendo que el parlamento sobra, pues bastaría con que un representante de cada partido pusiera sobre la mesa el número de votos que le corresponden.

Comprendo que en cuestiones de política general se exija disciplina de voto. Pero hay asuntos que se sitúan a otro nivel, asuntos por los que no debería caer o mantenerse un gobierno, asuntos que se refieren a cuestiones de fe, de conciencia, de concepción de la vida. Si cada diputado votase según su propia conciencia, con total libertad, reflejaría bastante mejor la realidad de los votantes. No descarto que si hubiera libertad de voto algún diputado del Partido Popular votase a favor de la ley. Seguramente también sería reflejo de lo que piensan algunos votantes de ese partido.

El que cada diputado vote, en esta ley, con total libertad, me parece requisito imprescindible para que la disciplina partidista no diluya lo más característico del ser humano: su conciencia, su razón, sus creencias y su responsabilidad.

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Oscar
20 de mayo de 2009 a las 18:22

Usted plantea el dilema entre disciplina de partido y obediencia a la conciencia, y como cristiano, considera que la conciencia va por delante. Desgracidamente hay mucha gente que por mantener el poder o el dinero venden su alma y todo lo que haga falta, madre incluida, al diablo. Aquí viene bien recordar una pregunta que hacía Jesús de Nazaret: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?

FRAY BENITO
20 de mayo de 2009 a las 19:28


Martin relajanos un poco, luego del telediário del medio día abro la págima de la Orden y te leo. Los temas que pones,me interrogan me preocupan o me hacen pensar.
El tema de las votaciones,no creas que lo tengo claro,para nada.Creo que no votaré. Es injusto dar el voto a las listas y no darselo a las personas en concreto,sean del partido que sean,por que el PP para mi no es la panacea del pais.

Pero anda que el otro,que deja desprotegido al niño no nacido? Yo no entiendo casi nada de nada,pero para que pueda haber un estado de derecho,no basta que exista en él una legislación y que sea aplicada (tendre que consultarlo con luis Matamoro) El derecho de ganar una elecciones puede dar aval a una tirania.Hitler gano las elecciones. China tiene constitución y tambien Cuba,Venezuela,Ecuador ect

Pienso que debe haber estado cuando la ley está al servicio de la justicia para todos y proteja la vida y la libertad (a mi modo de ver,ni el PP ni el PSOE han protegido la libertad de todos los ciudadanos) Sobre todo debe de proteger a los más débiles.Los no nacidos. La propuesta de que la vida no vale la pena ser vivida mas que apartir de un cierto nivel de vida, es una barbaridad.Esa propuesta la he oido a católicos de misa de 12 los domingos. Si fuera así,matemos a todos los que mueren ahora de hambre.

Los derechos humanos son para las personas,para todas las personas. En el Vaticano se celebró con un gran concierto el aniversario de la declaración de los derechos humanos, pero que cosas, no los firmó.
fray Benito

TALES
21 de mayo de 2009 a las 12:14

Desde luego la presentación de esta ley sobre el aborto en el Parlamento Español conlleva una serie de presupuestos muy importantes. Me fijaré en el que considero primero y fundamental: la concepción de la vida humana, a secas, sin imperativos ni condicionamientos religiosos de ninguna clase. Es muy grave que en nuestro país se trate ahora de difundir la tesis de que la vida humana comienza uno, dos o cien días después de la concepción. Antes de esos plazos ¿qué éramos cada uno de nosotros? ¿Animalitos o bichitos nocivos sin clasificar?... Parece mentira que por obviar posibles problemas familiares o sociales, a los que pueden aplicarse otras soluciones, se intente falsear y confundir la concepción de la vida humana, universalmente reconocida por los filósofos y pensadores humanistas de todos los tiempos. Si un embarazo se produce por falta de previsión y precaución en una cópula sexual MUY SATISFACTORIA, y luego plantea consecuencias familiares y sociales muy diversas, eso no justifica el que se pretenda difundir subrepticiamente que lo producido en ese embarazo no es una persona humana. Creo que los Parlamentos democráticos no son ágoras filosóficas convocadas para descifrar los comienzos de la vida humana. Creo que el pueblo no elige a sus representantes-diputados para ese menester, porque además no tienen preparación para ello. Lo que los pueblos necesitan es que cada cual responda bien de lo que le incumbe. Tales

Desiderio
21 de mayo de 2009 a las 19:05

A mí lo que me sorprende es que se hable de derecho al aborto, derecho de la madre al aborto. No entiendo por qué el abortar es un derecho. Lo siento pero no lo puedo entender. Incluso he leído recientemente: “a lo que no hay derecho es a ‘obligar’ a la madre a continuar con su embarazo”. Esto es alucinante. ¡Cuánto egoísmo, cuánta incoherencia! Me quedo sin palabras.
Por otro lado, lo de la disciplina de voto a mí personalmente me parece poco serio. Tampoco entiendo por qué se ha de dar. Lógicamente quien pertenece a un partido presenta una simpatía política hacia él, y es lógico que coincida en la mayoría de sus decisiones; pero de ahí a anular la conciencia, a vender el alma al partido, hay un trecho. Y creo además que es una pérdida primero para la persona, luego para el propio partido, y por último para toda la sociedad. No sé quién dijo que allí donde todos piensan igual es que no piensa nadie. Humildemente añadiría que esto es así quizá porque, en la línea de lo que dice Oscar, lo que interesa es el poder o el dinero, y ser persona auténtica no se plantea ni de lejos.

Bernardo
22 de mayo de 2009 a las 00:18

Estando de acuerdo en esta propuesta tuya, entiendo que lo que está cautivo en sí mismo es el voto, toda vez que, una vez depositado en la urna y asignado a un determinado partido, éste hace con él aquello que le viene en gana. Se pueden dar distintos caso. Se me ocurre el de un votante socialista, pero católico, que no quiere que su voto sirva para aprobar esta ley del aborto; el de un votante popular, pero católico, que no quisiera que se privatizara la sanidad en Madrid; el de un votante de IU, pero católico, que no quiere que su voto ayude a ciertas libertades mal entendidas.
Debería haber algún medio para que los electos dieran cuenta a los electores. Las listas abiertas pueden servir, dependiendo de cómo se implemente, pero creo que la fórmula es la de una verdadera democracia participativa, al estilo de Porto Alegre, donde es la ciudadanía la que decide una buena parte de la gestión. Podría servir también de inspiración el modelo Suizo, donde todo se decide por referendum popular, el problema estaría en que hay que mantener un buen nivel de debate.
Creo que esta democracia representativa liberal está organizada, precisamente, para que los ciudadanos se desentiendan. Recuerdo el "desliz linguístico" de Herrero de Miñon en una tertulia radiofónica con Santiago Carrillo. Hablando de los inicios de la Constitución y en referencia al sistema electoral, se dejó caer que el sistema electoral que se eligió era el necesario para crear dos grandes partidos, uno de centro derecha y de centro izquierda el otro, quintando la representatividad al PCE. Si se mira bien es así: circunscripciones pequeñas, pocos escaños y ley D'Hondt. Esta misma ley en circunscripciones amplias, comunidades autónomas o la propia nación, hubieran fortalecido al PCE y debilitado al PSOE, que no hubiera tenido más remedio que "perder" la centralidad.
Como dato curioso apunto que en la Europa de la posguerra, el único país que no adoptó un modelo mayoritario y sí el proporcional, fue Italia. Italia era el único lugar de Europa donde, si se aplicaba el sistema mayoritario, vencío el PCI, solía obtener sobre el 40% del voto. Por eso nunca gobernó, los otros cinco partidos hacían coalición para evitarlo, como ha dicho Henry Kissinger, el cerebro de aquello.
Saludos

votante...o no
22 de mayo de 2009 a las 09:00

Quizá va siendo hora de revisar la estructura de los partidos políticos, listas abiertas o cerradas, su financiación, la disposición de los servidores públicos ( ¿ lo son?) a dejar la política y pasar a desarrollar su profesión cada cierto tiempo, y no hacer de la política una carrera, para entre otras cosas enriquecerse( Zaplana, ahora multimillonario de telefónica no tuvo empacho en afirmar que estaba en política para enriquecerse). Demasiados intereses económicos y politicos entremezclados. Y cuando se entremezcla la religión,la lucha por el poder se encarniza. Porque mientras la norma sea una persona un voto, dependen de la elección de papeleta del votante. Pero ¡ ay! demasiado voto cautivo, reflejo de enchufismos, puestos de trabajo a dedo, estómagos agradecidos. Estamos en el todo vale

Siempre queda el voto en blanco. Se lo están ganando todos y cada uno de los partidos. No hay más que ver cómo se ha iniciado la campaña a las elecciones europeas. ¿ Reflejan la sociedad que deseamos ? Un saludo

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