Ene
El silencio del emperador
1 comentariosDentro de unos días tomará posesión el nuevo emperador Barak Obama. ¿Irá a adorar al niño, cual nuevo Rey mago, para volver luego a su casa por otro camino? Están por ver esos nuevos caminos que muchos anhelan que sean de paz, justicia y solidaridad. Para empezar, su silencio clamoroso ante los bombardeos sobre Gaza y la actual invasión, ha hecho rebajar las expectativas. Cierto: él todavía no puede hablar como Presidente. ¿Y qué? ¿No ha hablado como candidato a presidente durante largos meses? Y una vez elegido, ¿no se manifestó a propósito de la crisis económica o de las ayudas a la industria automovilística? Pero, claro, no es lo mismo comprometerse a favor del gran capital que comprometerse a favor de la paz. Lo primero es siempre rentable para el poder. Lo segundo, depende. En ocasiones el poder se mantiene mejor con guerra que con paz. Porque el poder es la otra cara de la economía. Y la guerra favorece el suculento negocio de la venta de armas.
Por sus frutos les conoceréis, dijo Jesús, que desconfiaba enormemente del poder y del dinero. Mirándole a él nos queda una esperanza: lo vulnerable y vulnerado es visitado por Dios. Esta esperanza nos impele a cada uno de nosotros, según la medida de nuestras posibilidades que, a veces, son más de las que imaginamos, a ser constructores de paz, a abrazar lo pequeño y acompañar lo que está roto. Ante la desgracia ajena lo humano no es el silencio. Lo humano es llorar, pero levantando la voz. Humano es también confiar en que Alguien acunará las zozobras, pero poniendo nosotros las manos en la cuna, porque ese Alguien sólo actúa a través de nuestras manos.