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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
May
2012

El pecado contra el Espíritu Santo

6 comentarios

Me preguntan qué significa pecar contra el Espíritu Santo. Quien me pregunta cita el texto evangélico que dice que las blasfemias contra el Hijo del hombre tienen perdón, pero no así las blasfemias contra el Espíritu Santo (Mt 12,31-32). Mi respuesta: la “blasfemia” no consiste en el hecho de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste, por el contrario, en no aceptar la salvación que Dios ofrece a cada ser humano por medio del Espíritu Santo. Pecar contra el Espíritu Santo es rechazar voluntariamente la salvación. Con todo, en este pecado, “no se cierra del todo el camino del perdón y la salud a la omnipotencia y misericordia de Dios” (Tomás de Aquino). La acción salvífica del Espíritu siempre permanece abierta y siempre está en acción. Dios nunca adopta una actitud negativa y definitiva con respecto al ser humano, pero la persona sí puede cerrarse a la acción de Dios.

Dios siempre está dispuesto a acoger. El pecado es ruptura, pero la ruptura se produce siempre por parte del ser humano. El pecado contra el Espíritu Santo sería el caso límite en el que la persona se encierra definitivamente en sí misma, como en una especia de autoprisión, prisión que indirectamente manifiesta la eterna libertad del ser humano y el profundo respeto que Dios tiene por esa libertad. Cierto, es difícil imaginar un rechazo explícito de Dios y de su salvación, pues esto supone un conocimiento claro de lo que Dios es y de su obra salvífica. Si alguien rechaza a Dios no sabe lo que está haciendo; rechazar a Dios sólo es posible porque no se le conoce bien, porque se tiene una falsa idea de lo que Dios es. En este sentido no sería posible un pecado contra el Espíritu Santo.

Esto no significa que no sea posible un rechazo de Dios. Este rechazo generalmente toma la forma de rechazo del prójimo: el atentado directo contra uno mismo y contra el prójimo es la cara visible de la culpa contra Dios, aunque no seamos conscientes del alcance divino de tales atentados. El hombre tiene excusa si se equivoca contra la divinidad de Jesús, velada bajo las humildes apariencias humanas, pero no la tiene si cierra sus ojos y su corazón a las admirable acción del Espíritu, que se concreta allí donde hay una obra buena, verdadera y bella. Es imperdonable no reconocer la bondad, la verdad y la belleza. Más imperdonable aún es rechazar lo bueno, lo verdadero y lo bello. Así se comprende que el pecado contra el Espíritu Santo y bueno no tenga perdón.

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pentecostés
27 de mayo de 2012 a las 10:20

«Viens, joie éternelle. Viens, toi devenu toi-même en moi désir qui m'as fait te désirer, toi l'au-delà de tout. Viens, mon souffle et ma vie. Viens, consolation de mon âme. Viens, ma joie, ma gloire, mes délices sans fin. Je te rends grâce d'être devenu un seul esprit avec moi, sans confusion, toi le Dieu au-dessus de tout, et d'être pour moi devenu tout en tous.»

Saint Syméon le Nouveau Théologien, Xe siècle

JM Valderas
28 de mayo de 2012 a las 23:04

Querido Martín, pensaba tomarme un año sabático y no incordiar a tus lectores. Pero antes déjame agradecerte tu post de hoy. Es una pregunta común y frecuente la del pecado contra el Espíritu Santo. En las lecciones de Biblia de mi parroquia suele ser una cuestión habitual, sobre todo, si, como este año, el autor leído es san Juan, sus epístolas y Apocalipsis. No es extraño que ese concepto se torne crítico en un medio gnóstico. Autocomplacidamente culto. A mí me viene pareciendo desde hace tiempo que ese es el pecado de nuestros tiempo. Creemos saberlo todo, no necesitamos del misterio y, aun conociendo nuestras limitaciones, no queremos renunciar a nuestro egoísmo intelectual. Pienso, por ejemplo, en representantes eximios de la filosofía. Uno, catedrático de la Universidad de MacGill, omnipotente en el dominio hispanohablante, que intentó debatir con Juan Pablo II sobre fe; otros, asentados en España, que se mofan del misterio eucarístico y del contenido del cristianismo. Conocen perfectamente la doctrina cristiana. Han escrito incluso sobre Jesús de Nazaret. Saben, estoy convencido, de sus limitaciones no confesadas. Pero huyen de plantearse las preguntas reales sobre la trascendencia. Saben que no pueden domeñarlas. Recuerdo cómo uno de ellos esquivaba a Mariano Artigas, a quien tuve por hermano mayor en su vida, cuando éste le planteó la posibilidad de una conversación. Y eso que había estado juzgando su tesis doctoral en el tribunal. El pecado contra el Espíritu Santo no es sólo escupir contra el cielo, es un non serviam consciente.

dael_san@yahoo.es
3 de julio de 2013 a las 00:34

cualquiera que sea la interpretación que se le de al pecado contra el Espíritu Santo si la persona se arrepiente de este o estos Pecado/s contra el Espíritu Santo Dios le perdona? quiero que me expliquen esto porque este tema ha sido muy difícil para
mi y mi familia. Dios no lo perdona porque no quiere o porque no puede? a que se debe esa negativa de parte de Dios de perdonar? hay limites a la Misericordia divina?

grace alvarez
7 de marzo de 2018 a las 18:13

yo pienso que el pecado contra el Espíritu por ejemplo si uno no cree que es ungido de DIOS ,o sea un hombre es nombrado pastor y no creen ,que esta el Espíritu Santo esta en el ,esta blasfemando contra el Espíritu Santo como dice la Biblia que la gente decía que Jesús,tenia espíritus inmundo

Antonio López Sernández
9 de junio de 2024 a las 13:42

Totalmente de acuerdo, P. Gelabert. Dios no rechaza a nadie. Somos nosotros los que renunciamos a Él. Pero, podemos rechazar definitivamente a Dios, que es Amor, esperanza...? Como dice Sto. Tomás, nosotros somos los que renunciamos a Dios. Es posible renunciar al Dios infinitamente Misericordioso? Cómo podemos renunciar a ese Dios, Padre Misericordioso, que nos espera con los brazos abiertos, dispuesto a perdonarnos siempre? Somos libres, pero es concebible que radicalmente renunciemos a nuestro Dios?

Carlos Javier Figueroa
14 de marzo de 2025 a las 23:23

Esto quiere implicaría que hay pecados que puedan ser.perdonados por Dios luego de morir.

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