May
El mundo entero desborda de alegría
5 comentariosSiempre me ha sorprendido esta afirmación que se encuentra en todos los prefacios de las Eucaristías del tiempo pascual: “con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría”. ¿El mundo entero? Dejémoslo en el mundo que acoge el misterio de la resurrección de Cristo. Pero aún así, podemos preguntar: ¿cómo puede desbordar la alegría cuando, a todos los niveles, sigue habiendo injusticia, sufrimiento, desgracia, muerte? La resurrección de Cristo no ha impedido que, una y otra vez, los seres humanos que creen en Dios clamen a él “desde lo profundo” (según dice el libro de los Salmos). Y entre los que no creen en Dios, se oyen muchos gritos que claman por la salvación.
La Pascua de Cristo es el lugar de nacimiento y la referencia constante de la fe cristiana. Pero esta fe no hace del cristiano un ingenuo ni un triunfalista. Más bien le abre a la esperanza, una esperanza que le ofrece nuevos motivos para tomar partido a favor del bien y luchar con todas las fuerzas contra el mal. Si solo existiera este mundo de injusticia, la superación del mal sería algo trágico, pues únicamente la muerte lo haría desaparecer. Pero si Cristo ha resucitado, a pesar de las muchas preguntas que siguen sin resolverse y de las muchas tareas que siguen pendientes, es posible mirar al sufrimiento con esperanza.
La alegría cristiana, “que nadie nos puede quitar”, según prometió Jesús, tiene su fundamento en un futuro de plenitud que ahora sólo poseemos en esperanza (Jn 16,22). Esta esperanza es la que nos impulsa a proclamar la buena noticia de la resurrección de Cristo. En la medida en que, gracias a nuestro testimonio, esta noticia se vaya extendiendo, será verdad eso de que por el gozo de la Pascua el mundo desborda de alegría.