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El holocausto, tan real como Jesús
1 comentariosLa Secretaría de Estado de la Santa Sede acaba de publicar una nota pidiendo a Mons. Williamson, obispo lefebriano, que retire sus declaraciones sobre la no existencia del holocausto nazi, ya que son “totalmente inaceptables”; en caso contrario no podrá ser admitido “como obispo de la Iglesia católica”. Esta nota es la prueba de los graves problemas eclesiales, ecuménicos y políticos que las declaraciones de Williamson estaban causando.
Ha habido católicos que, pretendiendo defender al Papa con más ingenuidad que inteligencia, se preguntaban por la importancia de esas declaraciones y por la relación entre una opinión histórica y la pertenencia a la comunión católica. Para comprender el malestar que ha suscitado la postura de Williamson ofrezco esta reflexión: cuando basándose en falsos argumentos científicos, históricos o documentales se niega la existencia de Jesús de Nazaret o se sostiene que estuvo casado y tuvo hijos, es comprensible la indignación de los cristianos. Por dos motivos: por el uso fraudulento de la historia y por la falta de respeto a una venerable figura. Lo mismo vale para la negación del holocausto: se trata de un uso fraudulento de la historia y una falta de respeto y sensibilidad ante un acontecimiento dramático que sigue afectando a algunos supervivientes y a muchos de los descendientes de las víctimas de la barbarie.
Más aún: este tipo de posturas, que no tienen ninguna justificación histórica, en la práctica totalidad de los casos son debidas a posiciones ideológicas y políticas muy extremas, intolerantes, negativas, y hasta odiosas. Reflejan una actitud incompatible con la dignidad de la persona, los derechos humanos y la misericordia hacia las víctimas. Ese es el asunto que hay detrás de esas declaraciones que ni son opinión histórica ni tienen nada de inocentes. Se comprende, pues, que reintegrar a la comunión católica a personas así, sin ninguna condición, haya suscitado preguntas sobre el sentido de determinados acercamientos.