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El hijo del Obispo
5 comentariosEl Presidente Lugo, siendo todavía Obispo, sedujo a una adolescente de 16 años, con la que posteriormente tuvo un hijo. Eso ha provocado que los Obispos paraguayos hayan hecho pública una nota pidiendo perdón y llamando a todos los sacerdotes al cumplimiento de sus compromisos.
Hay algunos matices que hacen penoso el caso: uno, el ex obispo le prometió a su amante que colgaría los hábitos y se casaría con ella. Promesa tantas veces incumplida: por obispos, religiosos y casados. Y todavía hay incautas que se lo creen. Dos, el asunto ha saltado a la luz ante la amenaza de la madre de acudir a los tribunales. A veces los clérigos confiamos en el paraguas de la institución eclesial que busca ocultar nuestros deslices y arreglos que no sean públicos Hay un corporativismo mal entendido que no tiene nada de evangélico. En el caso de Lugo este paraguas ha desaparecido y un niño de dos años tiene derecho a su apellido y a que su padre se haga cargo de él.
Detrás de todo esto late el tema del celibato, que hay que distinguir claramente del voto de castidad de monjas, monjes, religiosas y religiosos. Sin duda la promesa de celibato es asumida libremente, aunque siempre queda la duda de qué ocurriría si la ley eclesiástica cambiara. Mientras tanto, cuando se rompe, el escándalo del clérigo es mayor que el de un casado adúltero porque, en el inconsciente colectivo, la promesa del sacerdote tiene un plus de excelencia. De ahí surge la pertinencia de la pregunta por la necesidad de una deconstrucción de los signos eclesiales que acompañan la ordenación presbiteral por otros que se correspondan (¿igualmente, mejor?) a la realidad del mensaje de Jesús.
Los tiempos cambian a velocidad de vértigo. Los silencios dolosos ya no compensan. Son tiempos de luz y taquígrafos para clérigos, monjas, políticos y casados. Cada cual tiene que ser consciente de que en cualquier momento lo privado puede hacerse publico. ¿Dónde queda toda la labor realizada siendo obispo? Será recordado por su desliz, que incluso puede costarle el puesto presidencial. Siempre será padre. ¿A qué precio? ¿Y los daños morales causados a la madre?