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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
May
2013

El Espíritu no actúa echando suertes

2 comentarios

El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la elección de Matías para formar parte del grupo de los doce en sustitución de Judas, los creyentes hicieron oración, echaron suertes, y salió el nombre de Matías. No es legítimo deducir de ahí que un resultado es tanto más atribuible al Espíritu cuanto menos intervención humana haya en el resultado. El Espíritu, en los asuntos que conciernen al ser humano, siempre actúa con nosotros y nunca sin nosotros. Como actuó en el caso de la elección de Matías. Porque no se trató de un sorteo puro, sino muy dirigido. Los candidatos necesitaban cumplir ciertas condiciones (la más importante, haber conocido al Señor Jesús) y, de entre los que cumplían esas condiciones, la asamblea eligió a dos. El sorteo se hizo entre los dos que habían pasado la criba de la elección eclesiástica.

Recientemente se ha nombrado un nuevo Papa copto. También ahí hubo sorteo, pues la mano inocente de un niño sacó la papeleta con el nombre del nuevo Papa. Pero el sorteo fue dirigido. Había tres candidatos elegidos tras un largo proceso de votaciones en el que participaron prelados de todos los rincones de Egipto. Es posible que este sistema sea una cura de humildad y evite algunas componendas demasiado humanas. Pero en todo caso, no se puede concluir que el Espíritu actúa a través de una lotería. El Espíritu siempre actúa a través de mediaciones humanas.

A veces he escuchado en boca de algunos predicadores o catequistas: “no he podido preparar la homilía o la catequesis, el Espíritu me inspirará”. Pues si uno no se ha preparado, lo más probable es que el Espíritu le inspire tonterías (dicho sea con la esperanza de que se me entienda bien). No se puede confundir la acción del Espíritu con la espontaneidad y la improvisación. Su acción está condicionada por la capacidad y el esfuerzo del ser humano. Actúa, no a pesar de, sino a través de la búsqueda, la sensibilidad y la inteligencia de los predicadores. La inspiración del Espíritu Santo no dispensa a la Iglesia y, en consecuencia al Papa y de los Obispos, del esfuerzo de la preparación, del estudio y de la buena información. En este sentido hay que decir que el Espíritu está condicionado.

Si el lenguaje es el órgano del ser interior, entonces el ser interior se condiciona al hacerse lenguaje. Si “la palabra es la carne de la idea” (como dice un himno de Laudes), entonces la idea está limitada por la palabra. De la misma forma, el Espíritu no actúa de forma automática o mágica, sino a través de la voluntad, la razón y la experiencia de quienes detentan la autoridad en la Iglesia o de quienes queremos seguir sus impulsos. Esto implica ser consciente de nuestras limitaciones y prejuicios, y un serio esfuerzo por buscar la voluntad de Dios usando todos los recursos de nuestra inteligencia, en lugar de sentirnos dispensados de esta búsqueda porque supuestamente dispondríamos mecánicamente del Espíritu.

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Milón
18 de mayo de 2013 a las 13:45

En efecto, no debemos incurrir en el "monofisismo pneumatológico" (González Faus), que supuestamente eliminaría la limitación y hasta dureza de la condición humana. La ayuda del Espíritu no sustrae ningún condicionamiento requerido por la búsqueda de la verdad entre los hombres. Sólo se contará con la asistencia del mismo cuando se cree que hay que buscar y hacerlo bien. Lo contrario nos puede llevar a confundir lo que creemos voz de Dios para los otros con nuestros prejuicios o instintos de dominar, mas no de servir.

Juanjo
18 de mayo de 2013 a las 14:53

Como en otras circunstancias también aquí y de manera más evidente creo que se debe mantener la "imparcialidad divina" por así decirlo. Yo creo en un Dios que no se está entrometiendo en todo a cada momento si no respetando "lo que diga el azar". Lo recalco porque sigue habiendo muchas personas para las que nada "es por casualidad" para las que "todo lo que sucede es porque Dios así lo quiere" en el sentido que Dios ha provocado directamente que eso ocurra así y no de otra manera. ¡Qué peligroso! Bien queda explicado por el autor del blog si se quiere entender bien cuando se dice que Dios "no sabe" de antemano lo que va a salir como resultado de un sorteo. ¡Claro! Lo que salga es cosa humana, y Dios siempre respeta al hombre, asumiendo todas sus consecuencias.

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