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El error que conduce al horror
7 comentariosEl personaje de Caín, al que la reciente novela de José Saramago ha puesto de moda, se presta a algunas reflexiones que no se aparten demasiado del relato bíblico. La respuesta de Caín a la interpelación divina pidiéndole cuentas por el asesinato de Abel, ¿acaso soy el guardián de mi hermano?, es la clave que conduce del error al horror. Porque precisamente ahí está el fondo de todo el asunto, en tomar conciencia de que cada uno somos guardianes de nuestros hermanos, sus custodios y pastores. Cuando lo olvidamos, de una u otra manera, les estamos matando. No conviene perder de vista el final de la historia de este primer fratricidio, a saber, la postura de Dios que, una vez cometido el crimen, sigue cuidando de Caín. Mientras Caín no supo ser el guardián de su hermano, Dios se convierte en el guardián de Caín.
Algunos detalles en esta historia podrían leerse desde nuestros actuales conocimientos. Después de Caín la maldad de la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la faz de la tierra. Entonces Yahvé decidió retirar su espíritu de la carne de los mortales. Ello provocó que la vida de los seres humanos quedase reducida a un máximo de 120 años (Gén 6,3). Más o menos por ahí suelen ir los récords de longevidad. La mala vida acorta la vida.
El que agradase más a Yahvé el sacrificio de Abel permite hacer otra reflexión desde los datos hoy conocidos. Abel era pastor y ofreció un cabrito de su rebaño; Caín era agricultor y ofreció los frutos de la tierra. En casi todas las religiones, los dioses prefieren los sacrificios con derramamiento de sangre a los sacrificios incruentos. ¿Será que pretenden manifestar a los hombres primitivos la necesidad de comer carne, pues esta tiene un papel decisivo en el proceso de hominización?
Caín ha pasado a la historia como la personificación del mal. A una mala persona se la califica de cainita y “pasar las de Caín” es sinónimo de estar muy mal. En nuestro país, según la actual Ley de registro civil, está prohibido poner el nombre de Caín. Tenemos ahí un caso de la influencia de lo religioso en la cultura.