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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Abr
2009

El dedo acusador de Juan Pablo II a Ernesto Cardenal

6 comentarios

José Ignacio González Faus ha contado en “La Vanguardia” una desconocida e interesante anécdota a propósito del dedo aparentemente amenazante con el que Juan Pablo II se dirigió al sacerdote Ernesto Cardenal, entonces Ministro del Gobierno, en su visita a Nicaragua. Las imágenes dieron la vuelta al mundo: Cardenal se arrodilló ante el Papa y éste parecía reñirle señalándole con el dedo y moviendo la mano de arriba abajo. Según dice “La Vanguardia” la situación no fue buscada ni provocada, fue resultado de un encuentro que, en principio, estaba incluso pactado que no se produciría.

La anécdota que cuenta González Faus me ha recordado otra de un hermano presbítero. También él, en un encuentro con Juan Pablo II, se puso de rodillas ante el Papa. Y también a él el Papa se dirigió con un gesto similar al utilizado con Ernesto Cardenal. Yo no sé lo que le dijo el Papa a Cardenal, pero sí lo que le dijo a este presbítero: “No, no, no, levántese, porque usted es presbítero como yo, y los dos somos hermanos”.

Incluso las cosas que vemos, a veces, no son como parecen. Por eso es tan difícil juzgar. Y por eso me parece totalmente necesario que, si emitimos una valoración, a veces inevitable ante ciertos acontecimientos, lo hagamos con la máxima comprensión y benevolencia posible. Mi madre cuenta que una amiga suya solía repetir: “nunca me he arrepentido de haber callado”. Consejo que me doy a mi mismo: ya que hablas, al menos no te arrepientas de haberlo hecho con ira y, si te tienes que equivocar, que sea a favor y no en contra del otro. Algo parecido a eso que dijo el jesuita Fernando Cardenal, el hermano de Ernesto, cuando se le planteó el dilema entre seguir siendo Ministro de Educación del Gobierno de Nicaragua o jesuita: “si he de equivocarme, prefiero equivocarme con los pobres”.

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Bernhar
17 de abril de 2009 a las 23:40

No sé si las cosas no son lo que parecen o parecen lo que no son, peor el propio Cardenal ha contado lo que entonces le dijo el Papa: "tiene que regularizar su situación", esto no tiene en sí mismo nada ni de malo ni de bueno, pero el gesto televisivo dio la vuelta al mundo y eso es lo que cuenta, porque no vimos ese mismo gesto acusador con Pinochet y eso dice mucho. Es interesante que a un criminal se le intente acercar a la Iglesia, mientras a un "ministro del pueblo", se le recrimine en público. No sé qué escandaliza más. A mi sensibilidad le escandalizó más la misa en Managua.
Bernardo

Gorafa
18 de abril de 2009 a las 13:27

D. Bernardo, respeto su opinión, pero no sé si viene a cuento. El autor utiliza esa anécdota pra otro fin, no para justificar o no el gesto de Juan Pablo II, sino para explicitar, como el dice, "lo dificil que es juzgar", y, después, dar el correspondiente consejo pastoral que debieramos de aplicar siempre.

fray Benito
18 de abril de 2009 a las 15:44


Buenos días Martin es un gusto para mi leerte, tienes unas ideas que me ayudan y me hacen pensar. Termino de registrame,para poder hacer algun comentario de vez en tanto. Feliz Pascua
Fray Benito.Valencia.España

marcelino
19 de abril de 2009 a las 07:24

La naturaleza humana siempre nos lleva a juzgar a los otros y justificarnos a nosotro mismos. Por eso lo de mama al projino como a ti mismo, y nos perdonaran como perdonemos al otro
gracias

Carmentxu
19 de abril de 2009 a las 13:27

¿Por qué será que,juzgar las acciones del prójimo nos resulta tan fácil?Fácil en el sentido de amoldarlas a nuestro criterio malévolo,la mayoría de las veces.Es que además está la cosa patente en el caso que se nos cuenta.
Parece ser que Juán Pablo II representante de Jesucristo en la tierra,era inconcebible que,ademas en público,amonestara a Cardenal,sacerdote y con un cargo público respetable.No era posible,aunque las imágenes lo daban como realidad.
Adolecemos de amor al prójimo.El amor,se ingenia para darle la vuelta a lo que las imágenes nos aseguran que es una realidad.Nos dice Jesús:no sois vosotros los que teneis que juzgar,es mi Padre del Cielo...Si fuera mi hijo,mi padre,mi hermano de sangre,¡qué fácil hubiese sido buscar un motivo de ternura entre el Papa y Cardenal.
Nos equivocamos.Adolecemos de verdadero amor.Es el primer mandamiento.¡Qué bonita sería la convivencia entre todos¡.
Una frase de José Mª Pemán que leí y recuerdo de hace tiempo:Piensa bien,aunque no aciertes.-Pero en este caso que nos ocupa,la imagen dio la vuelta al mundo.Tambien Marcelino hace hincapié en el amor y y en la oración.Me gusta.

Bernhar
19 de abril de 2009 a las 14:22

Los actos son lo que son y no lo que nosotros pretendemos que sean. Hay un chiste sobre dos vaqueros y una vaca que lo explica mejor, pero no es el caso de contarlo. Lo que quiero decir es que aquella anécdota, que cuenta Faus en La Vanguardia tiene mucho jugo, pero todo el mundo lo entendió perfectamente: el Papa no está de acerdo con que los religiosos tomen partido político definido por una tendencia concreta. Esto en sí mismo no tiene nada de malo, pero, y vuelvo al asesino, ¿por qué no se dejó igual de claro ante el mundo el rechazo de un régimen asesino, torturador y criminal que todo el mundo entendía estaba bendecido por cierta jerarquía católica?
Saludos cordiales

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