May
El deber de intervenir en Birmania
2 comentariosNo hace mucho me hice eco de que el Papa ante las Naciones Unidas enunció el principio de la “responsabilidad de proteger”. Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos y de las crisis humanitarias provocadas por la naturaleza o por el hombre. Si un Estado no es capaz de garantizar esta protección, la comunidad internacional debe intervenir con los medios jurídicos previstos para garantizar ese derecho. Quiero añadir otra cosa que también he publicado en este blog, recordando los cuarenta años de la Populorum Progressio: en caso de dictadura evidente y prolongada es legítimo el derrocamiento del tirano.
¿Qué está pasando en Birmania? Si hemos de hacer caso a las noticias que nos llegan pasa que el gobierno militar de Birmania no es capaz de garantizar la protección que sus ciudadanos requieren con toda urgencia. Tampoco facilita que otros presten esta protección. Más aún, parece que se incauta de las ayudas que con dificultad están llegando. Hay vidas humanas en juego. Hay una dictadura militar opresiva. Lo primero como consecuencia de lo segundo. Sería bueno que se alzasen voces creyentes que recordasen el deber de intervenir en Birmania y el deber de derrocar a los dictadores birmanos. En nombre de la vida. Eso que tanto decimos apreciar los creyentes. Y aunque no se trata de vidas embrionarias, sí se trata de vidas bien nacidas. Por bien nacidas, las voces en su defensa deben ser más altas.
Hoy escucharemos que el Espíritu Santo es gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. También es válido eso para las lágrimas y el duelo de Birmania. Pero el Espíritu no actúa automáticamente. Sólo actúa a través de las manos, la inteligencia y el corazón de los creyentes. Si el enjugar las lágrimas del Espíritu no se traduce en cristianos que enjugan lágrimas no hay acción del Espíritu. No hay fe en el Espíritu. Por eso me permito reclamar voces eclesiales y, por supuesto, políticas, que ayuden a cumplir el deber de intervenir y también el de derrocar al tirano.