Jun
El cristiano no tiene la exclusiva de casi nada
7 comentariosHe detectado, por lo que me han dicho y por lo que se trasluce de los comentarios del último post, que he podido dar lugar al malentendido de que los cristianos son más felices o tienen mejor calidad de vida que los no cristianos. De ningún modo pienso yo eso. El cristiano, en los asuntos mundanos, no tiene ninguna ventaja sobre los demás, ni la exclusiva de nada. Por decirlo con un ejemplo extremo, según Tomás de Aquino hasta del demonio puede afirmarse que posee parte de verdad.
Aclaro mi posición: el cristiano no tiene la exclusiva de casi nada, ni de la salvación, ni del bien, ni de la verdad, ni de la felicidad, ni de la fe en Dios, ni del correcto matrimonio; y mucho menos del mejor modo de conducir la economía, la política y no digamos la ciencia. A propósito de tan importantes realidades puede aprender mucho de los demás. Precisamente por eso, el cristiano no puede hacer proselitismo. Y al presentar sus convicciones debe hacerlo desde la humildad y el respeto a las convicciones ajenas. El mejor modo de dar testimonio de la fe cristiana es por la coherencia de la vida y del diálogo, en el que uno aporta, pero también recibe; y lo que aporta lo hace desde el respeto y la valoración de lo bueno que hay en el otro, convencido de que en lo bueno siempre está actuando Dios.
Por otra parte, el cristiano está convencido de que en Jesucristo ha encontrado “lo mejor”. Si no lo estuviera sería un incoherente. Tendría que pasarse, sin dudarlo un instante, al lugar de lo mejor. Lo que no es obstáculo para comprender que los no cristianos también entienden que para ellos “lo mejor” está en otra parte. Después de todos los argumentos, al cristiano solo le cabe decir: “yo lo veo así, en el Evangelio de Jesús he encontrado sentido para mi vida, en el seguimiento de Cristo me siento contento y realizado”. E invitar a quien lo desee, a hacer la experiencia del encuentro con Cristo. Pero comprendiendo que otros digan algo parecido desde otras posiciones. Más aún, que para algunos la experiencia eclesial ha resultado frustrante. Y a propósito del ateísmo tener claro que ya no se trata de una batalla “contra Dios”, sino de una propuesta de humanismo íntegro “sin Dios”.