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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
May
2009

El acto conyugal, acto religioso

6 comentarios

Me escribe un lector, y me dice que el primer párrafo de mi último post es “novedoso y liberador”. Pero añade que “no le saco partido y me ciño al guión que se espera, a saber, la castidad en la vida religiosa”. Luego me indica que algunos de los comentarios “son testimoniales, hechos por consagrados”. Y me ofrece este consejo: “¿por qué no poner el acento en la castidad marital y en qué se traduce concretamente? Un Maestro en Sagrada Teología hablando y fomentando el buen sexo (calidad y hasta cantidad) en el matrimonio es más original y más sugestivo que un fraile dominico escribiendo sobre el voto de castidad. Además, así llegas al corazón de más personas y no te ciñes al público de oficio”.

Hago caso del consejo. Antes repito lo que ya dije, a saber, el “público de oficio” de la castidad no son monjas y frailes. Es todo cristiano, incluso toda persona decente. Quizás haya que insistir en que el cristianismo no es enemigo de la dicha y de la felicidad en este mundo. Está claramente a favor del placer, palabra a la que hay que devolver sus títulos de nobleza, como expresión del carácter placentero y lúdico del ser humano, creado por Dios para la dicha y no para la desdicha. Cierto, algunos escritores cristianos han difundido la idea de que el placer sexual es consecuencia del pecado y, por ello, afirman que en el paraíso, antes del pecado, no se daban movimientos libidinosos o deleite sexual.

Tomás de Aquino opina todo lo contrario. Califica a estos escritores de “no razonables” porque el sexo es una realidad natural. Eso sí, dice Tomás, como el ser humano no es solo animal, debe vivir la sexualidad razonablemente. Pero eso, en vez de disminuir el placer, lo aumenta, de la misma forma que disfruta más del buen vino la persona sobria que la alcohólica. Cuando el acto sexual se realiza como expresión de amor es más humano, gozoso y placentero. Más aún, según Sto. Tomás el acto conyugal, o sea, la manera cristiana de vivir la sexualidad, es un “acto religioso”. Acto religioso: el acto conyugal es una manera de ¡dar culto a Dios! Eso hacen los esposos cristianos cada vez que lo realizan.

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Milón
7 de mayo de 2009 a las 22:58

Me parece que la clave de este post está en el matiz que introduces entre acto sexual y conyugal. Es en el segundo en el que podemos hablar con pleno sentido del lenguaje del amor oblativo, de la comunión de vida, de la entrega pesonal total y definitiva. Lenguaje que sólo podemos articular cabalmente desde Dios- ahí entraría el sacramento- y que nos hace capaces de dar un culto razonable y agradable. Gracias por dignificar sin ambages dimensiones tan humanas y por ende tan divinas. ¡Por favor, sigue siendo un faro!

Bernardo
8 de mayo de 2009 a las 10:55

Voy a poner un poco de pimienta: dice Jacques Lacan que "la mujer no existe", es decir, el otro como tal otro, y que todo acto sexual no es sino onanismo entre dos. Este autor se refiere a la sexualidad entendida como descarga libidinal. Es aquí donde habría que introducir la "castidad", ahora entendida como el acto sexual como entrega y don, como comunión gozosa de dos seres en el universo creado por Dios. De esta manera, y sólo de esta manera, Lacan no tendrá razón. Pero una simple mirada a esta sociedad nos dice que, por desgracia, sigue teniendo toda la razón del mundo.

Anónimo
8 de mayo de 2009 a las 11:17

En la vida hay mas cosas que sexo, y si este es importante existen otros temas. Doy el matiz y el ejemplo de un matrimonios que por enfermedad de uno de llos es imposible el acto sexual, por ejemplo una paralisis, o enfermedades desmilienizantes. Pero el ser humano es algo mas que un mero ser sexuado genital. Somos algo mas, y creo que es hora de abordar muchos temas.
Hoy estoy muy impactada por el suicidio de una mujer jove, a la cual por un cancer todos abandonaron, yo la visite varias veces, tal vez podia haber hecho algo, sin embargo no fue asi. Hay mucho trabjo y mucho dolor. Trabajemos sin cesar y dejemonos de cosas que ya estan superclarisimas

Gozando
9 de mayo de 2009 a las 11:28

Se tiende a confundir sexualidad con genitalidad, sobre todo algunos varones,de generaciones ya añosas, para quienes el falo suele ser el epicentro de su sexualidad. Y que bien les iría a algunos situarse en el lugar del no-todo, o lugar del goce, lugar que por cierto, Lacán reserva a la mujer ( "la" tachado, para puristas lacanianos)
Harían bien, sobre todo aquellos que piensan que la mujer no existe,que se educaran sexualmente respecto a lo que son relaciones sexuales placenteras, para la mujer, para el varón, comunicándose de profundis. Porque el placer y el goce son Gloria Bendita: alabanza al Dios Creador que todo lo hizo bueno. Saber canalizar la energía sexual,al tempo y ritmo de la amada,es todo un arte: ars amandi, dos-en- uno.Un arte que hay que aprender, y educarse en él. Ambos dos.
Hay un goce que está más allá ese saber no sabiendo toda ciencia trascendiendo en palabras sanjuanistas. Culturas milenarias anteriores al cristianismo incluyen las relaciones A-morosas como camino espiritual: el Tantra-Yoga. Tambien el dialogo interreligioso pasa por acercarnos a esta sabiduría. Es oración, porque es Amor. ( no el kamasutra gimnásico de suplemento fin de semana). Volver al ritmo calmo, dar-se tiempo para el encuentro haciendolo íntimo, gozoso: cuando tiempo se transforma en Eternidad Amorosa. Algo necesario en este tiempo frenético. En el inconsciente colectivo judeo-cristiano hay un sentimiento de culpa ligado al goce, al sentir placentero, a la alegría. El sangrante crucificado, resucitó.¿ Estamos alegres de ello? Unido al sufrimiento hay un goce perverso, que no tiene que ver con el Amor.En Roma, Bernini nos mostró el Goce de Sta Teresa de Ávila. El Goce matrimonial, ¿ no es una de las más sublimes formas de Goce místico? Saludos gozosos

Anónimo
9 de mayo de 2009 a las 13:20

En el cristianismo aún pesa la dicotomía griega platónica cuerpo- mente. No se considera la persona como un todo. Todavía se piensa en el cuerpo como algo que se tiene y no que se es. Espíritus encarnados, cuerpos espirituales. Lo puro tiene que ver con el espíritu. Lo "impuro" con el cuerpo, sus fluidos: lo finito. Muchos matrimonios cristianos, profundamente religiosos no se sienten a gusto mientras se encuentran en intimidad: los cuerpos se encuentran, sudan, exhalan olores corporales. Y aunque se acompañe de incienso el encuentro,la sensación no es la misma que cuando recien salidos de la ducha, sienten la sensación de limpieza que proporciona el agua. Hay todo un trayecto de aceptación de lo corporal a realizar. No somos ángeles.

no-dos
9 de mayo de 2009 a las 14:35

El post de M. Gelabert a la luz de la parábola de la Vid y los sarmientos, evangelio de mañana Domingo V de Pascua,tiene hondas implicaciones. Porque la Vid- la Vida- es una. La Vida es Savia. De la Vid. De los sarmientos. Son Uno. No en sentido panteista. Sino no-dos. Cuando los cónyuges se encuentran en intimidad de Amor son no-dos, participando de la misma Vida. Y en el púnto álgido de su encuentro amoroso sienten que son uno, y no se acuerdan de las contingencias de la vida cotidiana ( trabajo, hipoteca, colegio de los niños), en ese momento son Vid, son Vida. Y tambien sarmientos. No-dos. Tabor. Latidos de Eternidad, savia de la realidad cotidiana. No-dos. A imagen del Amor Trinitario. Gracias M. Gelabert

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