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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

26
Sep
2021

Educar, ¿impartir conocimientos o madurar a la persona?

5 comentarios
claustrofacultad

La palabra castellana “educar” tiene sus raíces en el latín. En latín hay dos verbos con matices diferentes que han dado origen a la misma palabra castellana: “educere” y “educare”. Educere tiene el significado de hacer salir, extraer, dar a luz. Educare significa formar, instruir. El primer término indica que el educador intenta sacar todo el potencial que tiene ya el alumno; el segundo indica que el educador ofrece al alumno una serie de conocimientos. La finalidad del “educere” es lograr la maduración personal; la finalidad del “educare” es conseguir conocimientos, en ocasiones para aprobar un examen.

Los verbos latinos que están en la base del verbo castellano educar se podrían relacionar con las dos etimologías del término alumno. Una de estas etimologías parece que es errónea, pero la traigo a colación por la relación que tiene con el sentido de “educare” como adquirir conocimientos. Según esa etimología el término alumno sería un compuesto de “a” (que significa “sin”) y “lumen” (que significa luz). Por tanto, alumno sería el que está sin luz. A este que está sin luz el maestro le educa, ofreciéndole conocimientos.

Más acertada es otra etimología, según la cual alumno sería un derivado del sustantivo latino “alumnus”, que a su vez viene de “alére”, que significa alimentar, nutrir, cultivar. Esta segunda manera de entender al alumno enlazaría con el verbo “educere”. En esta perspectiva, el maestro no aporta; el maestro ayuda a crecer, a reforzar la vida, a sacar lo mejor de uno mismo. Alumno es alguien que se alimenta para crecer sano y fuerte. Y el crecimiento más importante es el crecimiento como persona. Uno crece como persona cuando sabe lo que quiere y está en condiciones de hacer felices a los demás.

En suma, educar puede entenderse de dos maneras: una, llenar la cabeza de datos; otra, cultivar el alma, madurar a la persona. No son contradictorias, pero a veces se insiste solo en el primer aspecto olvidando el segundo. Importa que las personas salgan de la escuela y de la universidad sabiendo muchas cosas. Pero saber muchas cosas no garantiza el ser buena persona ni el aplicar esos conocimientos para el bien. Sabiendo energía atómica se pueden construir centrales que dan luz y bombas que matan. El conocimiento requiere ir acompañado de ética. Sin ética, el conocimiento termina pervirtiéndose. Por tanto, este nivel de educar como impartir conocimientos, requiere ampliar horizontes y no quedarse en la mera transmisión de datos. Esta ampliación va unida al horizonte de lo humano. ¿Conocer para qué? ¿Para hacerme rico, para engañar a los demás? ¿O para ofrecer a los otros buenos materiales que les ayuden a vivir mejor y a ser felices?

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José Luis Nsi
27 de septiembre de 2021 a las 11:43

Muy interesante e importante este artículo de fray Martín. La educación sigue recibiendo concepciones e interpretaciones erróneas en muchas sociedades, concretamente en la que vivo, ya que muchos la conciben como un medio oportuno para ganarse la vida o un paso necesario para alcanzar una escala social respetable. Pero no llegan a entender que la educación no es solo bien individual sino también social porque ella fortalece y enriquece toda comunidad humana.

Hormias
27 de septiembre de 2021 a las 17:52

Qué pena el abandono del latin

Mercedes
30 de septiembre de 2021 a las 11:58

Y del griego ….
Nostalgia del bachillerato superior de letras …
Ahora se educa, ¿ qué digo ? , se adoctrina ! 😢😢😢

Mercedes
30 de septiembre de 2021 a las 12:01

Se me había olvidado!
Fray Martín , ha dado usted en el clavo.
Muy esclarecedor su comentario.
Gracias !

Álvaro Riaño Sánchez de la Poza
11 de junio de 2024 a las 10:19

edŭcare/ e-dūcere. Como se ve consultando simplemente cualquier buen diccionario de latín, la cantidad vocálica en el lexema de estas palabras no es la misma, y su relación etimológica no es más que un bonito juego conceptual que pulula por las redes, pero es completamente falsa. Una vocal breve (ŭ) y una larga (ū) son completamente diferentes para un hablante latino. Esto sería como querer relacionar etimológicamente en castellano cojín y cojón.

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