Jul
Economía de la gratuidad
7 comentariosLa nueva encíclica de Benedicto XVI está ya al alcance de todos. Se trata de un texto amplio, que toca bastantes temas, todos relacionados con el desarrollo integral de la persona humana. Merece una lectura reposada. El título “caridad en la verdad” es el principio rector de toda la encíclica: solo en la verdad resplandece la caridad; más aún, sin la verdad la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado, y deriva en sentimentalismo. Pero desde la verdad, la caridad muestra su capacidad transformadora en todos los ámbitos de la justicia social. Por poner un ejemplo: ante el escándalo de la pobreza no basta con soluciones limosneras; es necesario conocer las causas que la provocan, los múltiples rostros estructurales, económicos, políticos y militares que adopta el pecado.
En el escrito del Papa hay una idea importante, relativamente nueva, que debería incitar a todas las personas de buena voluntad a buscar modos imaginativos de concretarla en las distintas situaciones: la economía de la gratuidad. La actividad económica no puede prescindir de la lógica del don y de la gratuidad, porque sin ella ni siquiera se alcanza la justicia. Se trata de civilizar la economía, de humanizarla, de ponerla al servicio del ser humano. Atención: no se trata de renunciar al beneficio, sino de dar forma y organización a iniciativas económicas que vayan más allá de la lógica del intercambio de cosas equivalentes y del lucro como fin en sí mismo. Se trata, como ya decía Pablo VI, de promover un mundo en donde todos tengan que dar y recibir, sin que el progreso de los unos sea obstáculo para el desarrollo de los otros.
El Papa, en definitiva, pone la economía ante el espejo de la ética. Y recuerda su verdadera y única finalidad: el servicio y bienestar de la persona, de toda persona. Consciente de la relación entre economía y política, Benedicto XVI se refiere no solo a la necesaria reforma de la arquitectura económica y financiera, sino también a la urgencia de la reforma de la ONU para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones.