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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Ago
2022

Domingo de Guzmán: escucha y diálogo

6 comentarios
santodomingoguzman

Con motivo de la fiesta de Santo Domingo de Guzmán, que se celebra el 8 de agosto, ofrezco una reflexión sobre el modo como hoy debe anunciarse el Evangelio. No por imposición, tampoco desde un pedestal. Los biógrafos del santo cuentan que, yendo con el obispo Diego de Acebes a una misión diplomática camino de Dinamarca, hicieron noche en una posada de Toulouse. En aquella zona estaba muy implantada la herejía cátara o albigense. El hospedero era uno de aquellos herejes. Los biógrafos se complacen en destacar que, tras pasar la noche conversando con el hospedero, Santo Domingo consiguió que regresara a la fe católica. No hay duda de que la conversión es un dato importante, pero tan importante o más es el modo de esa conversión.

Si Santo Domingo pasó toda una noche charlando con el hospedero tuvieron que hacerlo sentados alrededor de una mesa, charlando amigablemente. La noche es larga y sólo se puede pasar alrededor de una mesa, con un buen pan y un mejor vino. Cuando dos personas pasan una noche alrededor de una mesa no habla solo uno. Hablan los dos. Entablan conversación. Santo Domingo entiende que el buen método para dar a conocer la verdad católica es el diálogo. Y antes que el diálogo, la escucha.

Sin duda Santo Domingo escuchó las razones que habían llevado al hospedero a unirse al grupo de los cátaros. Santo Domingo debió informarse bien de lo que pensaban los herejes. Porque si uno no se informa, no puede luego argumentar. Si uno no escucha previamente, no logrará que le escuchen. Santo Domingo supo escuchar el mensaje de la herejía. Y no sólo no lo condenó, sino que integró lo bueno que en ella había, como podía ser el testimonio de una vida austera y el buen conocimiento de la Escritura.

El encuentro con el hospedero de Toulouse y, más en general, con la herejía, puede ser una provocación para nuestro modo de evangelizar al mundo de hoy, muy distinto del medieval, pero tan necesitado como entonces de una buena predicación. Al mundo de hoy no le convenceremos desde el discurso moralista del que se considera superior, sino desde el diálogo entre iguales, que supone no solo dar, sino primero escuchar y comprender. Ese es el buen camino para la evangelización. No convertiremos al mundo condenándolo, sino buscando lo bueno que tiene y mostrándole un Evangelio que responda a esto bueno que ya hay y lo potencie.

Buscar lo bueno de lo aparentemente malo, encontrar las inquietudes que hay en muchas reacciones contrarias a la Iglesia, ese es el camino para entablar un diálogo fructífero o, al menos, para que puedan escucharnos. Para ser críticos con el mundo, hay que comenzar por discernir lo bueno que en el mundo hay. Así podremos decir que hemos comprendido el mensaje de nuestra sociedad, y seremos aceptados como sus interlocutores. No para aprobar sin más algunas de sus demandas, sino para intentar que otra alternativa pueda ser escuchada.

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silvio lacayo
4 de agosto de 2022 a las 02:22

Gracias Padre Martín por esta reflexión, Papa Francisco está hablando de lo mismo, la Iglesia debe escuchar que tiene que decirle el mundo, la sociedad, los políticos, los adversarios, los protestantes. El Sínodo de la Sinodalidad así lo propone, pero los grupos sinodales a nivel diocesano y parroquial no han entendido esta necesidad de escucha, solo queremos imponer lo que ignorantemente creemos que se debe hacer, pero no hacemos nada por llegar al mundo con nuestra evangelización.

juan garcia
4 de agosto de 2022 a las 10:53

El gran honor de pertenecer a la Orden de Santo Domingo, pienso, lleva consigo la responsabilidad de encuentros razonables. Si queremos compartir nuestro mensaje, debemos comenzar intercambiando razones, no leyes, como el Santo fundador en su noche de dialogo con el "hereje". Gracias, fray Martin, por tus muchas noches "razonando" tus mensajes, y felicidades en el dia de tu santo fundador.

Hormias
6 de agosto de 2022 a las 16:00

Gracias por su reflexion. No conocia el caso fray Martín

Valero
7 de agosto de 2022 a las 08:39

"Si uno no escucha previamente, no logrará que le escuchen" dice Martín. La está necesitada de que le escuchen. Se por propia experiencia que cuando alguien detecta en ti esa capacidad de escucha, se abalanzan y no paran de hablar y de contarte lo que les ocurre casi hasta agotarte. Muchas veces ni siquiera es necesario que uno responda con una palabra concreta del evangelio, tu escucha fraterna ya es evangélica y la gente se da cuenta porque en definitiva se han acercado a ti porque saben que eres cristiano e intuyen y esperan que les escuches.

Miguel
12 de agosto de 2022 a las 11:43

Gracias fray Martín por enseñarme este modo de predicar :Buscar lo bueno de lo aparentemente malo, encontrar las inquietudes que hay en muchas reacciones contrarias a la Iglesia, ese es el camino

E.B.L.S.M.
23 de diciembre de 2022 a las 04:34

Si seguimos considerando la Verdad como "otra alternativa" entre las demás nunca volveremos a ser La Iglesia. Si creemos que la Verdad solo "potencia" cualquier otra "cosa buena que ya hay incluso en lo aprantemente malo" (?!) solo conseguiremos confundir, pues si el budista, el judío, el islámico, ya "piensan bien" y el Evangelio solo les "potenciaría" ¿qué necesidad real tienen de conversión?
Podemos imaginar ( i m a g i n a r ) que el encuentro entre Sto. Domingo y el posadero fue como iguales, pero no es en absoluto realista que un prelado de la Iglesia tratase de igual a igual con un posadero, ni tampoco que este pudiera ni quisiera hacerlo a su vez con un presbítero. Más bien el santo debió hablarle como un Padre, desde su autoridad, su conocimiento y sus estudios; y si consiguió su regreso al seno de la Iglesia debió ser porque el tabernero era una persona humilde y engañada por los seductores lobos con piel de cordero, y no un fanático cegado como lo fueron los "bons homes". Por supuesto que debió hablarle toda la noche, al rededor de una mesa con comida y bebida y amistosamente... podemos imaginar.
Pero los santos nos han dado más bien el ejemplo de la campana, que clama a Dios con toda su potencia y anuncia la Palabra sin medir la distancia, y llama a la Misa sin esperar a que los demás le respondan. Solo que oigan la voz del Pastor y le reconozcan.
Gracias por su caridad. Saludos y paz en Cristo.

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