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Distinguir el origen del comienzo del mundo
1 comentariosDistinguir entre origen y comienzo puede ayudar a profundizar algunos aspectos importantes de la fe cristiana. El “comienzo” de una cosa se sitúa entre un antes y un después. Aunque no es fácil decir cuándo comienza una cosa (¿en qué momento comienza la noche?), sí que una vez aparecida claramente una realidad, es posible decir que antes no estaba. La ciencia se ocupa de buscar los comienzos de toda realidad y de describir las consecuencias que de estos comienzos han resultado. Hablar de origen es situarnos en un plano distinto del de la ciencia. El origen es la condición que hace posible los acontecimientos y, por esta razón, les afecta a todos pero no es reducible a ninguno. No es un acontecimiento más dentro de la serie, no es el primero de los acontecimientos (esto sería el comienzo), sino la causa de todos ellos.
La ciencia no puede determinar el origen del mundo. A veces, buscando un concordismo fácil entre ciencia y fe, se ha confundido el “punto cero” del modelo cosmológico conocido como Big Bang con el “hágase la luz” del libro del Génesis, con lo que se comete un doble error científico y teológico. La ciencia explica la evolución del mundo, pero el por qué o razón de la evolución es una pregunta filosófica y religiosa. Es posible, desde el punto de vista filosófico, responder que la vida es autosuficiente, que tiene en sí misma su razón de ser. Pero también es posible considerar que la vida debe su ser a un absoluto trascendente, que los creyentes llaman Dios. Ya notaba Tomás de Aquino que, desde el punto de vista filosófico no era posible ni afirmar ni negar que el mundo “siempre ha estado ahí”. Sólo la fe establece que el mundo tiene un comienzo, pero esto no se puede demostrar. Pero lo importante para la fe no es el comienzo (temporal), sino el origen (divino), pues para la fe sería concebible que Dios y el mundo existan “desde siempre”, si afirmamos que desde siempre Dios ha hecho el mundo.
La distinción entre comienzo y origen puede servir también para aclarar y ampliar el concepto de pecado “original”. Una cosa es el primero de los pecados, con el que comienza el pecado, y que tiene importancia teológica (pues es un modo de decir que el pecado no tiene su origen en Dios, ni en una naturaleza que estaría mal hecha) y otra preguntarse cuál es la causa, el origen que hace posible el pecado. El origen, que se repite en cada pecado, es la desconfianza en Dios, no fiarse de su palabra. Esto ocurrió en el pecado de los comienzos, en el primero. Y en este sentido, este primer pecado es paradigmático, porque en él podemos ver la clave de todo pecado.