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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

15
Jul
2025

¿Dispuesto o disponible?

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dispuestodisponible

Estar dispuesto y estar disponible parecen expresiones similares. Sin embargo, hay un matiz que las diferencia. Y, en ocasiones, las diferencia grandemente. Todos estamos dispuestos a hacer aquello que nos agrada o nos favorece. Pero no todos estamos disponibles, en el sentido de estar en disposición de acudir a donde se nos requiere o de responder a cualquier llamada que se nos haga. Siempre estoy dispuesto a hacer lo que me gusta. Pero no siempre estoy disponible para hacer algo que me cuesta o supone renunciar a mi tranquilidad.

Amar es algo más que estar dispuesto. La disposición se acerca más al negocio que al amor. Dispuesto a trabajar si me dan una buena paga, dispuesto a tomarme vacaciones en cualquier momento. Pero no disponible para cuidar a un enfermo que no me agrada. No disponible para ayudar a un necesitado y desprenderme de mi dinero. Jesús nos llama a la disponibilidad, o sea, a amar sin condiciones. Nuestros amores son siempre pobres porque están condicionados. Un amor condicionado no es verdadero amor, porque es limitado: te quiero si haces lo que yo digo; en el mejor de los casos: te quiero si me quieres. O sea, te quiero con condiciones. El amor auténtico, el amor divino es gratuito. Dios ama en toda circunstancia, incluso cuando no es amado. Dios ama a sus enemigos. Siempre está disponible y, como está siempre disponible, está siempre dispuesto. El que no está disponible, no siempre está dispuesto.

Esta es la gran lección del padre de la conocida como parábola del hijo pródigo. Un padre siempre atento, siempre esperando, siempre vigilante por si volvía su hijo. Y cuando el hijo vuelve con la fórmula del perdón bien aprendida, y comienza a recitarla, se encuentra con un padre que le impide hablar porque le besa y le abraza, ya que su disposición al perdón es total, y no necesita ningún motivo para ello. El motivo está en su corazón amante y no en la buena disposición del hijo. Eso sí, la buena disposición del hijo, aunque no condiciona al padre, hace bien el hijo, porque le dispone a recibir con más agradecimiento el perdón.

En la parábola hay otro hijo. Un hijo que parece dispuesto, pero no disponible. Un hijo que “nunca ha dejado de obedecer una orden del padre”, o sea, un hijo cuya relación con el padre no está basada en el amor, sino en la sumisión y el temor. Por eso se queja de que el padre nunca le ha dado un cabrito para ir de fiesta con sus amigos. Un hijo que busca recompensa por su obediencia. Este hijo no está disponible para entrar en la fiesta. Y eso que el padre desea con toda su alma que entre en la fiesta, porque piensa que la fiesta solo será completa si los hermanos se acogen y se abrazan. La fiesta significa calidad de relaciones, en donde cada uno contribuye a la alegría del otro.

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Juan Antonio
15 de julio de 2025 a las 13:46

Estupenda reflexión. Dios siempre nos pone el listón muy alto. Allí, solo llegan los deportistas bien entrenados o los santos muy santos, en este caso. Para el cristiano esa es la meta y para llegar a ella cuesta muchísimo, tenemos que estar muy bien entrenado, pero con fe y la ayuda de Dios todo se puede, como fe pone el deportista en su esfuerzo, siempre está dispuesto y tiene disponibilidad en alcanzar el triunfo.
La referencia a la parábola del hijo pródigo o del Padre bueno, es conectar con la misericordia de Dios. Es espectacular este pasaje bíblico, aquí se concentra toda la apología del Evangelio.

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