Jun
"Dios lo ha querido". ¡O no!
6 comentariosCon demasiada frecuencia se siguen oyendo expresiones de este tipo en círculos creyentes: “Dios lo ha querido”, da lo mismo que sea un cáncer o la lotería. Suena a frase espiritual, pero es expresión de una imagen inadecuada de Dios. A Dios se le achaca lo que sucede en el mundo. Todo lo que pasa es “porque Dios lo quiere”; las cosas suceden, tal acto, tal acontecimiento, “si Dios quiere”. Se dice que los hijos de un matrimonio son “los que Dios quiere”. Cuando salimos ilesos de un accidente decimos: “No ha pasado nada, gracias a Dios”. En cambio la providencia divina parece que se olvida o no se menciona con los doscientos muertos de otro accidente.
Estamos ante un Dios tapa-agujeros que también es un buen recurso (en realidad un mal recurso) para explicar aquellos campos a los que no llega la ciencia. ¿Cómo se pasó del último primate al primer hombre? Como no sabemos, colocamos a Dios para rellenar los agujeros del conocimiento humano. Ante el siguiente texto de Carlos Vogt: “Dios es una gran equis sobre la barrera última de los conocimientos humanos; a medida que la ciencia avanza, la barrera se retira”, comentaba Unamuno: “De la barrera acá todo se explica sin Él; de la barrera allá, ni con Él ni sin Él; Dios, por lo tanto, sobra”. Evidentemente, si Dios es el vacío que llena nuestro desconocimiento, a medida que avanza el conocimiento Dios se queda sin sitio.
Este tipo de Dios es además fatalista. ¡Qué se le va a hacer! Si todo lo que ocurre es voluntad de Dios, protestar contra ello es casi blasfemo. En realidad, si nos referimos a cosas concretas, nunca sabemos lo que Dios quiere. Dios quiere que hagamos el bien, pero el bien concreto que hay que hacer lo decidimos nosotros. Más seguro es saber lo que Dios no quiere. Dios no quiere la pobreza, la miseria, la injusticia, el mal y la mentira. Y puesto que no lo quiere, lo mejor que podemos hacer es colaborar con su voluntad enfrentándonos a todo aquello que oprime y degrada al ser humano.