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Diez ojos por uno o China bloqueando Taiwan
5 comentariosEl “código de Hammurabi” es un conjunto de leyes mesopotámicas que buscaban establecer reglas justas de convivencia y que tuvieron una gran influencia en la antigüedad. Jesús mismo citó uno de los principios más famosos de este código, que pretendía que el castigo merecido por un crimen fuera justo y equitativo, y no se convirtiera en una venganza desproporcionada: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pan por pan”.
Muchos códigos de justicia actuales siguen inspirándose en este principio de reciprocidad. No ocurre lo mismo con las medidas políticas. Desgraciadamente muchas respuestas políticas parecen desproporcionadas y, más que inspirarse en el principio “ojo por ojo”, buscan dejar claro que ante el poder solo cabe la sumisión ciega y callada; y, por eso, no aceptan que nadie les contradiga ni les desafíe. Y para que quede claro que desafiar al poderoso es peligroso, los poderosos castigan las supuestas o reales ofensas recibidas con medidas desproporcionadas al supuesto o real daño que se les ha causado. El poder quiere tener siempre razón y por eso se arroga el derecho a castigar hasta límites insospechados.
El último ejemplo político (al menos visto con ojos occidentales) de este tipo de respuesta desproporcionada, es la reacción del gobierno de China ante la visita de una congresista norteamericana a Taiwan. Cierto, la senadora Nacy Pelosi no ha sido muy prudente, qué digamos. Pero una cosa es ser una imprudente provocadora y otra lanzar bombas que pueden matar. Pues una vez lanzadas, el humano ya no tiene control sobre ellas. Vivimos en un mundo en el que no abundan los valores de la prudencia, de la contención, de la epiqueya, de la finura, del cambiar la dirección de la mirada cuando algo no nos gusta, y no digamos el valor del perdón. Predomina la pasión, el deseo de venganza, el dejar claro quién manda, el puñetazo sobre la mesa.
Rusia enviando bombas a Ucrania desde una central atómica, para que si responde Ucrania se provoque una catástrofe nuclear; China bloqueando Taiwan; Israel y los palestinos de Gaza de nuevo en conflicto; la “pareja reinante” en Nicaragua haciendo todo el daño que puede a la Iglesia. Y más y más y mucho más. ¿Cuándo va a parar todo eso?
Por cierto, Jesús cita el código de Hammurabi para superarlo: “Yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto” (Mt 5,38). O sea, quédate completamente desnudo, pues el cuerpo iba cubierto con un manto y encima estaba la túnica. Complicado sí, pero si al menos en los ambientes eclesiales lo practicamos, el mundo quizás se quede sorprendido; y si se queda sorprendido, quizás reflexione un poquito; el no va más sería que tras la reflexión viniera la conversión.