Jul
Deseo de mentira
6 comentariosEl poder, por su propia naturaleza, tiende a ser corrupto. Claro que en eso, como en todo, hay niveles más o menos soportables de corrupción. De ahí la necesidad imperiosa de un control del poder. Aunque eso del control puede terminar resultando un círculo vicioso porque al poder político lo controlan otros poderes políticos, entre los que incluyo a los partidos de la oposición, pues la oposición forma parte del poder. Hay quien me habla de sorprendentes asuntos que pasan por alguna notaria. Me cuenta otra persona que trabaja en una Oficina de control de cuentas a qué sorprendentes partidas se apuntan algunos dineros, incluidos dineros que se entregan a instituciones eclesiásticas. Esa persona me añadía que “todos lo saben” y “todos se callan” y sólo destapan lo evidente (o sea, que no destapan nada), porque en el fondo cuando pueden “todos hacen lo mismo”. O sea, que la mentira forma parte del poder.
Del poder y de muchas relaciones sociales. Es fácil constatar que en nuestra sociedad mucha gente busca engañar y construir sobre la mentira. Una mentira deseada, buscada, querida, potenciada y aplaudida. ¿Podemos decir que hay “deseo de verdad” en la política, la economía, las relaciones entre las personas y los pueblos? Me inclino a pensar que en la mayoría de los casos no hay deseo de verdad. Hay deseo de aparentar, deseo de que el otro piense que soy mejor de lo que en realidad soy, que tengo más de lo que tengo. Porque este pensamiento, basado en la mentira, me favorece. No se trata sólo del engaño; se trata de que no se desea la verdad, porque la verdad perjudica: “¡Si supieran como soy… entonces no me votarían, no serían amigos míos, no querrían hacer negocios conmigo!” o “¡si supieran la verdad me meterían en la cárcel!”, debe pensar alguno. Para los intereses egoístas, la verdad se presenta como un obstáculo. Este deseo de mentira es un auténtico atentado contra el prójimo, un impedimento para acercarnos a él, reconciliarnos con él o vivir en el amor. El deseo de mentir manifiesta que los criterios por los que se rige la vida son utilitarios, funcionales y egoístas.