Sep
Depresiones clericales
2 comentariosLos pecados del clero, clero en sentido amplio (curas, frailes, monjas), son muchos. Dígase lo mismo de sus problemas. Según el Cardenal Martini la envidia, la calumnia y la vanidad son pecados muy comunes entre los eclesiásticos. Recientemente una persona se sorprendía de haberse encontrado (por motivos profesionales) con sacerdotes, frailes y monjas que necesitaban tomar medicación antidepresiva. No lograba entenderlo. Pensaba que Dios era más que suficiente para colmar su vida. Me lanzó la pregunta: ¿por qué toman medicación?
En mi respuesta no negaba la realidad. Simplemente la situaba: en todas partes hay de todo, los cristianos tenemos los mismos problemas que los demás. A mi me cuesta entender la mentalidad subyacente en esa frecuente petición a las monjas de clausura: “ustedes que están más cerca de Dios, recen por ese problema”. ¿Más cerca de Dios? Es Dios el que está cerca de cada uno, más íntimo a nosotros que nuestra propia intimidad. Y rezar es asunto de todos.
Pero volviendo a las depresiones clericales, sigo con la respuesta que di a esta persona: el tener trabajo ayuda mucho y evita depresiones. Yo no me deprimo porque no tengo tiempo. La vida no es fácil para nadie. Cierto, Dios es una gran ayuda para los que a él se acogen, él llena de bienes el corazón humano. Pero a Dios siempre le alcanzamos a través de mediaciones, a través de los hermanos, de la comunidad, del trabajo, de la propia psicología, de las manías y afectos personales, del estudio, de la oración, de la predicación, de las catequesis, de hacer el bien, del ayudar a los pobres, de tantas cosas humanas y limitadas. Si además de ser limitadas no se cuidan, o se abandonan, o incluso viviéndolas bien sobreviene un disgusto inesperado (la enfermedad o fallecimiento de un familiar) no es extraño que uno se sienta perdido o vacío y pueda aparecer la depresión.