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Demasiadas intervenciones
6 comentariosLas intervenciones o auditorias, o como se quiera llamar, manifiestan que algo no acaba de ir del todo bien. No necesariamente por culpa de los responsables de la institución, aunque la ausencia de culpa no quita que los responsables no hayan sabido gestionar o controlar adecuadamente lo que se les ha encomendado. El Papa, en distintas ocasiones, ha nombrado delegados suyos, a veces solos y a veces acompañados de una pequeña comisión, para revisar el funcionamiento de algunas instituciones eclesiales. El último caso ha sido la intervención de Caritas Internacional. Al parecer no se trata de investigar abusos, sino de mejorar la gestión para que sirva al Papa y a los obispos en el ejercicio de su ministerio con los más pobres y necesitados. Sea lo que sea, algo no acaba de ir bien. Cuando se manejan o administran dineros ajenos, aparecen tentaciones, se requieren controles y la transparencia es necesaria.
Otra intervención conocida es el nombramiento de dos Obispos uruguayos para que visiten los seminarios españoles. Tampoco aquí se trata de buscar abusos, sino de ayudar a que los seminarios cumplan mejor su función de formar a los futuros sacerdotes. El problema concreto es que muchos seminarios tienen tan pocos seminaristas que corren el riesgo de ser un grupo de amigos en vez de un espacio de formación. Cuando hay pocos formandos se corre el riesgo de consentirlo todo, puesto que si uno se pone serio, se tiene miedo a que la diócesis se quede sin vocaciones. Un seminario requiere tener un buen equipo de formación (director y, al menos, uno o dos ayudantes, prefecto de estudios, confesores, director espiritual, encargado del curso propedéutico), y no es normal ni formativo que el número de formadores sea superior al número de seminaristas.
Esto del curso propedéutico, por si alguno no lo sabe, es un curso introductorio, en el que no se cursan estudios reglados en una Facultad o Centro teológico. El objetivo de este curso es formarse espiritualmente, conocer bien la diócesis y sus necesidades, y adquirir una serie de conocimientos elementales sobre biblia, liturgia y documentos eclesiales que, normalmente, los que entran en el seminario desconocen. Por ejemplo, lo que dice el Concilio Vaticano II. A veces los nuevos seminaristas entran con ideas preconcebidas sobre el Concilio. Y es bueno que tengan ideas justas.
Algunas asociaciones y congregaciones religiosas también han sido intervenidas, sobre todo algunas de reciente fundación. Ya sé que no es cuestión de nombres y apariencias, pero los nombres (Heraldos, Cruzados) y las vestimentas suelen ser orientativas de una determinada manera de vivir y de pensar. Al respecto es bueno recordar lo que dice el Código de derecho canónico (nº 304,2) sobre los nombres que, sin duda, por analogía, se aplica también a las vestimentas: “Escogerán un título o nombre que responda a la mentalidad del tiempo y del lugar”.