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Cuando se controla la correspondencia
4 comentariosHace cincuenta años, en las escuelas apostólicas o seminarios menores, se consideraba normal revisar la correspondencia que los jóvenes internos enviaban y recibían. Puedo dar fe que ya entonces, al menos en alguna escuela apostólica de los dominicos, el director se limitaba a abrir el sobre delante del destinatario y entregárselo sin leer el contenido.
En algunos grupos religiosos, que para colmo se han considerado modélicos, esa practica de controlar la correspondencia ha continuado no sólo con los jóvenes seminaristas, sino con religiosos novicios y profesos. Además la práctica se ha modernizado. Y en algunos lugares los jóvenes y no tan jóvenes han tenido prohibido y, en todo caso, vigilado el acceso a internet y el correo electrónico. Por ejemplo, entre los Legionarios de Cristo. Por un periodista argentino, afincado en Roma, Andrés Beltramo, nos hemos enterado que por un decreto del delegado pontificio para la reforma de la Legión, se ha liberalizado el uso de internet para los religiosos mayores de edad, a no ser (o sea, es una liberalización con condiciones) que haya una sospecha fundada de un uso inapropiado de internet y o del correo electrónico.
Más grave que el hecho, es lo que denota: una profunda desconfianza, una consideración infantil del religioso, una falta de respeto a la vida privada, un dominio abusivo de la conciencia, un atentado a la libertad de los hijos de Dios, un clima de sospecha que no contribuye a la fraternidad, un favorecer la pillería y los medios (que los hay, buenos y muchos) para escapar de tales controles. Es imposible edificar una comunidad de amor, sea en el matrimonio o en la vida religiosa, desde el control y la desconfianza. Quién ha sido educado en un ambiente así, luego lo transmite en sus relaciones con los demás y, sobre todo, con aquellos que están confiados a su cuidado.
Esos controles no logran su objetivo, no sirven para nada bueno y provocan mucho mal. No edifican comunidad, quizás mantienen una apariencia de uniformidad. Confunden la vida religiosa, que tiene como ley la libertad de los hijos de Dios, con un régimen carcelario. Las Constituciones de los Dominicos dicen que no obligan a culpa, porque están para ser cumplidas por varones y mujeres adultos, libres bajo la gracia. Pues eso, que cada uno vaya donde le vaya bien. Hay gente para todo.