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Corrupción aprovechándose del Papa
3 comentariosDesde hace meses sabemos de una trama corrupta en la que están implicadas altas instancias del Gobierno de la Generalitat valenciana. Desde hace dos semanas conocemos que esta trama se aprovechó de la visita del Papa a Valencia para hacerse con dinero ilícito. Prácticamente doblaron el precio de los servicios prestados; más aún, en las cuentas de la visita aparecen 12 millones de euros dedicados a “otros gastos” que nadie aclara. El Arzobispado de Valencia se apresuró a desmentir cualquier implicación en este turbio asunto. Evidentemente el Arzobispado más que cómplice fue víctima. Y más víctimas fueron los servicios de la Santa Sede que no tienen más remedio que contar con la colaboración de las autoridades locales cuando el Papa realiza sus visitas pastorales.
El asunto debe ser muy serio. Porque hasta el portavoz de la Santa Sede se ha visto obligado a intervenir calificando el caso de “ciertamente feo”. ¿Solo feo? Al menos el portavoz de la Santa Sede ha emitido un juicio negativo que no hubiera estado de más escuchar del portavoz del Arzobispado de Valencia. Pero más allá de los juicios morales, este caso debería ayudar a reflexionar sobre las compañías de los organismos oficiales y representativos de la Iglesia, y sobre el lugar preeminente que en los actos presididos por el Papa se otorga a determinados individuos que, bajo apariencia de piedad, resultan poco recomendables.
Hace tiempo que sabemos que el hábito no hace al monje, que aunque la mona se vista de seda mona se queda, o que las apariencias engañan. Por eso uno ya no se sorprende de esos sepulcros blanqueados que se acercan a la Iglesia y a sus más distinguidos representantes. Pero estas cosas deberían ayudar a reflexionar sobre si no hay otros tipos de apoyo para las visitas del Papa y para las actividades de la Iglesia. Porque también se dice aquello de dime con quién andas y te diré quién eres. Y, aunque eso no sea del todo cierto (Jesús andaba con pecadores y otras gentes de mal vivir), tampoco es bueno que nos relacionen con según quién, si esta relación tiene implicaciones económicas poco claras. O demasiado claras.