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"Conviértete" con una pistola en la cabeza
10 comentariosEl miércoles por la tarde me encontraba en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid, en un acto organizado por la Real Academia de Doctores de España, en el que tenía una intervención en forma de réplica al discurso del Dr. Santiago del Cura. El discurso importante, el de mi colega de la Facultad de Teología de Burgos, trataba sobre las peligrosas derivaciones violentas del monoteísmo, para concluir que el monoteísmo trinitario es una fuerza crítica frente a toda absolutización política o religiosa, porque Jesucristo es la norma de referencia para superar cualquier violencia o intolerancia amparada en motivaciones religiosas. Ante mi sorpresa, cuando acabaron las intervenciones del Dr. del Cura y la mía, el Presidente de la Academia, el Dr. Luis Mardones Sevilla, notó la desgraciada actualidad del tema tratado, recordando el bárbaro asesinato de cristianos cometido el pasado domingo en una Iglesia de Bagdad.
Mi indignación ha subido de tono cuando he leído el testimonio de una joven de 24 años presente en la Iglesia. Ella explica que cuando los terroristas subieron al altar para asesinar a los dos jóvenes sacerdotes concelebrantes, le dijeron a uno de ellos, que suplicó que le matasen a él, pero que dejasen en paz a los fieles: “conviértete al Islam, porque de todas formas vas a morir”. Y le dispararon en la cabeza. No tengo palabras para explicar que son actos como este los que desprestigian a una religión. Y la desprestigian tanto más cuanto mayor es el silencio ante esta perversión, de los que profesan la religión en cuestión. Los cristianos y, en concreto los católicos, tenemos muchas cosas de las que arrepentirnos, muchos actos que nos avergüenzan. En la medida en que los condenamos pública y sinceramente, ganamos en credibilidad y demostramos la fuerza del Evangelio frente a los pecados de los cristianos.
Desgraciadamente las amenazas contra los cristianos han sido demasiado frecuentes últimamente en países islámicos. Muchos cristianos se ven obligados a abandonar esos países en los que sus antepasados han vivido durante siglos, o a disimular su condición y cambiar sus costumbres para poder, al menos, subsistir. Contribuiría mucho a que acontecimientos como el sucedido en Irak no se vuelvan a repetir, el escuchar clara y fuertemente voces de condena de los fieles de esta religión, aquí y allá, en cuyo nombre se profirió tamaño asesinato.