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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
Abr
2009

Contra todas las cruces

4 comentarios

Me ha llamado una antigua alumna, con mucha experiencia pastoral. Necesita desahogarse porque le parece que las predicaciones sobre la pasión del Señor no destacan suficientemente que lo que allí se manifiesta es el gran amor de Dios al ser humano; más aún, que este amor queda oculto tras extrañas comprensiones de una cruz que, más que por los seres humanos, parece provocada por un Padre que necesita de la muerte de su Hijo para sentirse satisfecho y recompensado por tanto mal y tanto pecado.

Por otra parte, he recibido un correo desde Guatemala, país en el que las cosas van de mal en peor a causa de la violencia, el narcotráfico y la pobreza. El comunicante me dice: en un ataque armado al transporte urbano una bala perdida le quitó la vida a un bebe de dos meses. Y añade: como en nuestro pueblo hay una religiosidad popular muy profunda van a salir muchas procesiones, pero sin lograr que el recuerdo de la pasión del Señor sea un clamor a favor de la justicia y la paz. Veremos carrozas en las que se han gastado mucho dinero que manifiestan una espiritualidad desencarnada.

Los dos lamentos manifiestan la necesidad de una buena catequesis que deje claro que no es el Padre el que lleva a la cruz a Jesús, sino los hombres que no soportaron su palabra de vida y su llamada a la conversión. Fueron los hombres los que rechazaron a Jesús, y si en esta cruz hay reconciliación de Dios con el ser humano no es a causa de ningún acto mágico, sino del modo como Jesús muere: perdonando a sus enemigos y ofreciendo una buena razón al Padre para que les perdone (“no saben lo que hacen”). Ahí el amor  y la humanidad de Cristo se manifiestan más fuertes que el desamor y la inhumanidad de los hombres. Por otra parte, esta cruz es manifestación de la solidaridad de Dios con los oprimidos y los injustamente tratados. Y es expresión del desacuerdo total y absoluto de Dios por todas las cruces en las que unos seguimos clavando a los otros. Empezando por la cruz en la que clavamos a su Hijo.

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Bernhar
7 de abril de 2009 a las 11:43

Totalmente de acuerdo con el comunicante y con la antigua alumna. A mi parecer, tampoco hay mucho interés en predicar y enseñar lo que hoy nos ofrece la teología y todos sabemos muy bien. Lo que se hace es confudir las preguntas. Una cosa es por qué mataron a Jesús y otra por qué murió. La primera nos da las causas históricas, económicas y sociales de la muerte, la segunda las teológicas. Pero se funden ambas y tenemos que Jesús murió por mi causa, por mi culpa, y debe estar eternamente agradecido por ello. Jamás yo, un pobre hombre, podré pagar la inmensa deuda contraída con Dios por este acto salvífico.
San Anselmo está siempre por medio de esta teología sacrificial obscena, donde Dios es reducido a un ser vil que se regocija en la muerte de su hijo y que nos exige el pago por ese acto.
Mi experiencia es que explicar esto bien, como hoy se hace en teología, produce una liberación enorme en muchas conciencias, pero también produce reticencias por parte de personas que deberían ser las primeras en explicarlo así, porque también lo saben. No sé si me explico, pero no quiero ser más explícito.
Saludos Martín y feliz Pascua.

Desiderio
8 de abril de 2009 a las 01:38

A mi entender, no es de extrañar que en general el tema de la cruz sea tan poco comprendido. Aún no sé yo si alcanzo a comprenderlo. Supongo que en él es donde se concentra de alguna manera uno de los más íntimos misterios de nuestra fe. No sé si os ha pasado en alguna ocasión, haciendo oración delante del altar, contemplando al Señor crucificado, que se os han ido las palabras. A mí me ha ocurrido con cierta frecuencia quedarme así, sin palabras, sin argumentos, sin ideas. Es algo que me desborda. Me desborda aplicarlo a mi vida, me desborda explicarlo a ciertas personas a las que la vida les está haciendo pasar por trances muy duros. Pues es en esos momentos en los que tienes que demostrar que aquello en lo que crees, verdaderamente fundamenta tu vida; no cuando la vida te sonríe, sino cuando la vida te prueba. Entiendo que esa es la respuesta, pero… ¡vaya respuesta!
Menos mal que en los últimos tiempos está cambiando esa interpretación un tanto culpabilizadora de lo que la cruz debía suponer para nosotros. Pero aunque empecemos a enfocar el misterio de forma correcta, no deja de ser eso, un misterio. Hacer comprender, comprender nosotros mismos, que precisamente esa es nuestra victoria, que el amor de Jesucristo en la cruz es más fuerte que el odio de los que le han llevado ahí, que es ahí donde precisamente empieza la vida, la Vida… Que esta Semana Santa nos ayude a comprender un poco más ese misterio, y que no nos quedemos en la costra de los actos populares.

marcelino
8 de abril de 2009 a las 10:26

Las palabras sobran. El mismo Jesus callo. Pienso que ante la Cruz de los demas debemos callar, cuando no son debidas a injusticias, por supuesto. Que son la mayoria de las que yo veo a diario. La enfermedad, la soledad, la muerte. ¿que puedo decir ante ello?, yo no se. lo unico que hago es estar ahi.

Carmentxu
8 de abril de 2009 a las 20:03

P.Martin,luego de leer tu trabajo-contra todas las cruces-la verdad que,siento pena,al ver cómo podemos interpretar la generosidad y misericordia de Dios,al permitir tanto sufrimiento en Su Hijo,para hacernos hijos con El y,se recibidos por Su Padre como hermanos de Jesús.
De toda esta ignorancia y desprecio,tambie fue víctima Jesús,consciente de que Su vida y muerte serían despreciados.
Aqui,se manifiesta,el Amor y Misericordia de Dios que,a pesar de nuestro desprecio,sigue amándonos y reconciliándonos en El.
Meditación escalofriante de estos días en que nos vemos sumergidos en este Misterio de Amor.Carmentxu

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