Jul
Con este Papa, de sorpresa en sorpresa
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Después del nombramiento del nuevo Prefecto para la doctrina de la fe, nombramiento que ha suscitado todo tipo de reacciones, desgraciadamente muchas de ellas negativas y, lo que es peor, insultantes, el Papa ha anunciado un próximo consistorio para la creación de nuevos cardenales. Lo que está pasando con Monseñor Víctor Manuel Fernández me parece lamentable. Porque precisamente los que se auto declaran y auto consideran más católicos que ninguno, son los que rompen la comunión con el Papa, no sólo manifestando su desacuerdo (cosa que puede ser legítima y comprensible), sino a base de descalificaciones personales que, en ocasiones, rayan el insulto. Era de esperar que en breve el Papa nombrase cardenal al nuevo prefecto de la fe. Cosa normal, por otra parte. Porque hubiera sido casi inconcebible que el importante cargo que ocupa no fuera ejercido por un cardenal.
Dígase lo mismo del Arzobispo de Madrid. Es normal que sea nombrado cardenal, puesto que se trata de un cargo relevante de la Iglesia española. Junto al arzobispo de Madrid, el Papa ha nombrado a tres españoles más: Fernando Vérgez Alzaga, presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, Ángel Fernández Artime, rector mayor de los salesianos y Francisco Javier Bustillo, obispo de Ajaccio (Francia). Son 21 los nuevos cardenales; 16 de ellos electores. Entre estos últimos hay 5 religiosos (2 jesuitas, un agustino, un franciscano y un salesiano), 2 argentinos y un obispo auxiliar (de Lisboa). Son una buena representación de la universalidad de la Iglesia, como ha sido habitual en este tipo de nombramientos papales: hay un cardenal de Sudáfrica, uno de Malasia, otro de Sudán del Sur, Tanzania y China.
Si no hay fallecimientos, después del consistorio del próximo 30 de septiembre, habrá 138 cardenales electores. Pablo VI determinó que el número máximo de electores fuera de 120. Supongo que, si al convocarse el cónclave electoral fueran más los electores, participarían todos. La principal función de un cardenal es precisamente esa, la de participar en la elección del Obispo de Roma. Aunque para un cardenal y para todo cristiano, su principal función es la de ser un buen seguidor de Jesús.
Actualmente el colegio cardenalicio tiene dos ventajas, más marcadas que en tiempos pasados: su universalidad, cosa que ha recalcado Francisco al leer la lista de los nuevos purpurados. Ellos representan el amor misericordioso de Dios a todos los pueblos de la tierra. Otra ventaja es la experiencia pastoral que tienen la mayoría. Como en todo, siempre es posible encontrar desventajas, por ejemplo, la falta de conocimiento mutuo. A través de estas y otras mediaciones humanas, Dios conduce a su Iglesia. “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido” (Hech 15,28) es una famosa frase de una carta que escribió la Iglesia de Jerusalén a la de Antioquía. El Espíritu siempre actúa a través del nosotros. Del “nosotros”, o sea de la sinodalidad. Cuanta más sinodalidad más Espíritu.