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¿Colisión de derechos entre madre e hijo?
5 comentariosTeresa Forcades es una monja benedictina, doctora en medicina y en teología, conocida por haber denunciado los turbios negocios de las industrias farmacéuticas, y últimamente las irregularidades relacionadas con la gripe A. Pero si la traigo a colación es por una entrevista que concedió a TV3, y en la que el periodista la preguntó sobre el aborto. Su respuesta resultó polémica y el cardenal Rodé, prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada, solicitó de su abadesa que Sor Teresa manifestase públicamente su adhesión al Magisterio de la Iglesia. Y eso ha hecho la buena monja, con una declaración que ha suscitado nueva polémica. Este post se ciñe a la declaración y no entra en las polémicas.
Forcades indica que el respeto y obediencia de los teólogos católicos al Magisterio no excluye la manifestación pública de hipótesis razonables que puedan hacer avanzar la reflexión del Magisterio. Es lo que ocurre en toda familia bien avenida. Dice claramente que no existe un derecho al aborto. Su duda es si puede darse una colisión entre dos derechos fundamentales: el derecho de autodeterminación de la madre y el derecho a la vida del hijo. En este caso, en principio, el derecho a la vida tiene preeminencia sobre el derecho a la autodeterminación. Pero esta preeminencia es problemática si se impone desde fuera. Nadie puede obligarme, aunque pueda vivir perfectamente con un solo riñón, a desprenderme del otro por muchas vidas que así se salven. Aplicado al tema que nos ocupa: ¿Qué hacer en el caso de un embarazo, cuando la vida de la madre corre peligro o cuando es fruto de una violación?
A mi entender, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Porque en el primer caso la moral más tradicional acepta que, en caso de peligrar la vida de la madre, hay que salvar la vida de la madre. Lo de la violación es otra historia, pero quizás la duda no estaría tanto en el aborto como en la posibilidad de tomar productos antidinatorios. Surge entonces otro problema: según la doctrina eclesial, la vida no empieza en la anidación, sino en el momento de la concepción. Pero esta es una discusión en la que no todos están de acuerdo, aunque la cautela de la Iglesia es comprensible, y hasta más respetuosa con la dignidad humana.