Ene
Calificación teológica de las entrevistas
1 comentariosAl cumplirse los dos años de estar al frente de una determinada diócesis, un importante periódico de la provincia entrevista al obispo. Nombres, lugares… es lo de menos. Lo primero que llama la atención es el tipo de preguntas: ¿Qué interesa a la periodista? ¿La vida de las comunidades cristianas, la animación pastoral de la diócesis, la formación teológica de laicos y clérigos? De ningún modo. Interesa “lo de siempre”: aborto, divorcio, matrimonios homosexuales y educación para la ciudadanía. A veces parece que el entrevistado no sabe cómo salir del apuro. Y responde con respuestas que merecerían mayor precisión. En mi opinión este tipo de respuestas no aportan nada nuevo y no estimulan la vida cristiana. Se prestan incluso a ser mal interpretadas.
Este tipo de declaraciones me brinda la oportunidad de recordar el distinto valor de las intervenciones del Magisterio. Fundamentalmente son tres los criterios que hay que considerar para saber a qué atenerse, siempre desde un punto de vista católico: autor de la enseñanza (¿quién lo dice?), contenido de la enseñanza (¿de qué habla?), modo de la enseñanza (¿cómo, dónde lo dice?). En relación al tercer criterio, el modo de la enseñanza, importa aclarar que no es lo mismo una encíclica que una carta pastoral o que una homilía. Pues bien, la entrevista periodística tendría, a mi modo de ver, la más baja calificación teológica. Esta baja calificación va unida a una gran difusión. Debido a la difusión, si el contenido es importante, entonces vale la pena pagar el precio de una baja calificación en el tercer criterio. Pero sin olvidar que los contenidos además de fondo tienen forma.
Toda palabra pronunciada tiene sus riesgos. Hay riesgos debidos a la reacción del oyente, cuando por ejemplo, se siente interpelado o denunciado. Hay riesgos debidos a nuestros malos modos de comunicar. Estos son lo que habría que evitar.