Dic
Cada religión, bendición para las otras
5 comentariosLas religiones tienen un peligro: pretender apropiarse del Absoluto. Su vocación universalista está permanentemente amenazada de convertirse en totalitarismo, cuando en lugar de ofrecerse como oportunidad para todos, pretenden ser lugares únicos y exclusivos de salvación. El diálogo interreligioso supone una buena conciencia de la propia identidad, pero también un respeto a la identidad de los demás y a su “buena fe”. Solo desde este respeto es posible comprender a las otras religiones en lo mejor de sí mismas y hacer de esta escucha una posibilidad de enriquecimiento de mi propia identidad.
El judaísmo nos aporta la experiencia de un Dios fiel, que busca hacer una Alianza con su pueblo, que ningún nombre agota ni ninguna imagen representa. El Islam adora a un Dios único que trasciende todo lo representable, que ordena la jornada de sus fieles en torno a cinco oraciones diarias y llama al hombre a que se le someta, porque someterse a Dios es someterse al derecho; el bahaísmo recuerda la unidad de la raza humana por el amor; el hinduismo nos invita al respeto y la apertura a la vida, y a descubrir la esencia divina que está en todo ser humano; el budismo nos invita a despertar nuestra conciencia y a liberarnos de todo sufrimiento; el taoísmo a acoger la armonía y rechazar la agitación; el confucionismo a venerar la memoria de los antepasados; las religiones amerindias a respetar la Madre Tierra.
El cristianismo nos habla de un Dios que es Amor, que por amor ha creado el mundo, que por amor se ha hecho uno de nosotros y nos ha revelado así el carácter sagrado de todo ser humano. También sería interesante descubrir la riqueza que las posturas no creyentes pueden aportar a las personas religiosas. Por una parte nos ayudan a no olvidar que la fe en Dios es inseparable de la búsqueda de la justicia y de la lucha por la dignidad de todo ser humano; por otra nos llaman a la humildad, al hacernos caer en la cuenta de que Dios no es una evidencia, sino un “Dios escondido”.
En la medida en que las religiones sean más acogedoras y respetuosas las unas con las otras, se convertirán en una bendición las unas para las otras y en camino de encuentro entre los seres humanos.