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Benvido, benvingut Benedicto XVI
3 comentarios“En los últimos decenios, España camina en concordia y unidad, en libertad y paz, mirando al futuro con esperanza y responsabilidad. Movida por su rico patrimonio de valores humanos y espirituales, busca asimismo superarse en medio de las dificultades y ofrecer su solidaridad a la comunidad internacional”. Quiero “felicitar y agradecer a los católicos españoles la generosidad con que sostienen tantas instituciones de caridad y de promoción humana. No dejéis de mantener esas obras, que benefician a toda la sociedad, y cuya eficacia se ha puesto de manifiesto de modo especial en la actual crisis económica, así como con ocasión de las graves calamidades naturales que han afectado a varios países”. Estas palabras han sido pronunciadas en los primeros discursos de Benedicto XVI en su viaje a Santiago y Barcelona.
Son palabras que denotan una visión positiva de la realidad española. Son también una invitación para que los católicos continuemos compartiendo con los que menos tienen. Ambas cosas, su visión de una nación que vive en paz y concordia, y su preocupación por los más pobres, son una buena carta de presentación. No sé lo que destacarán mañana los periódicos. Me temo que algunos se centraran en las palabras que el Papa ha pronunciado en el avión que le trasladaba a Compostela. Al parecer ha hecho una crítica al laicismo anticlerical de algunos sectores del pueblo español y ha comparado este anticlericalismo con el que había en la España de los años 30, durante la segunda República.
Ya es habitual que, en sus distintos viajes, el Papa responda a unas preguntas formuladas por el portavoz de la Santa Sede en nombre de los periodistas que le acompañan en el viaje. En varias ocasiones las respuestas del Papa han resultado polémicas. No vale decir que se trata de palabras improvisadas, porque están preparadas de antemano. Pero tampoco hay que darles más importancia de la que tienen y hay que situarlas dentro del conjunto de los objetivos del viaje. Es normal que el Papa esté preocupado por la pérdida de la fe. Pero su preocupación hay que encuadrarla dentro del contexto de todo su pensamiento, del conjunto de sus discursos en Santiago y Barcelona, y de la visión positiva de la realidad española, tal como él mismo lo ha expresado.