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Armas de guerra ¡para defender la paz!
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En estos últimos días los medios de comunicación han estado informado de las presiones, ejercidas sobre los gobiernos europeos, por el presidente de una poderosa nación, para que gasten más, mucho más dinero, en lo que irónicamente, califica de defensa, o sea, en armas. En la portada de un periódico de hoy se puede leer: “España prevé duplicar su gasto en defensa”. Las naciones fabrican armas de guerra con el falso propósito de defender la paz. Es el colmo de la ironía, es una descarada mentira. Porque la paz no se defiende con armas, sino con amor. ¿Cuál es el propósito último, qué se busca con la fabricación de armas? Pues, entre otras cosas, aumentar la cifra de negocios. Porque el negocio de armas es uno de los más suculentos. Sería interesante saber quiénes son los accionistas y los beneficiarios de este negocio. Si se fabrican armas es para utilizarlas y, con su uso, no se fomenta la paz, sino el caos, el desorden, la pobreza, la miseria. Eso sí, la miseria para muchos y la riqueza para unos pocos.
Si de verdad buscan la paz, lo que deberían hacer es dedicar ese dinero que gastan en armas en producir alimentos para que desaparezca el hambre en el mundo. O dedicar ese dinero para que los pueblos más pobres puedan progresar económicamente. Si así lo hicieran los habitantes de esos países pobres no tendrían que emigrar. Y así se evitarían los riesgos que comporta la emigración, además de los desarraigos que conlleva. Y de paso ahorraríamos gasto en policía de fronteras y evitaríamos represiones innecesarias.
Hace ya muchos años que Juan Pablo II escribió lo que luego han venido repitiendo sus sucesores: “Todos sabemos muy bien que las zonas de miseria y de hambre que existen en nuestro globo hubieran podido ser fertilizadas en breve tiempo, si las gigantescas inversiones de armamentos que sirven a la guerra y a la destrucción hubieran sido cambiadas en inversiones para el alimento que sirven a la vida” (Redemptor Hominis, 16). Por su parte, Francisco, en Fratelli tutti, propone la eliminación total de las armas nucleares y a que, con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, se constituya un fondo mundial para acabar con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna.
Así que, por favor, señores gobernantes, no nos tomen por tontos. Porque eso de que las armas de guerra sirven para defender la paz es un insulto a la inteligencia. ¿Y quienes insultan a la inteligencia? Los listos y los buenos, desde luego, no.