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Apariencias que engañan
1 comentariosLas apariencias seducen y engañan. Cuando engañan, algunas son más peligrosas que otras. Hay mucha apariencia, mucha falsedad, muchas ganas de que los demás piensen lo que en realidad no es, y eso en todos los terrenos, el político, el social, el económico. También en el eclesial. Y en el personal.
En estas Olimpiadas hemos sabido de apariencias que buscaban “mejorar” la realidad: la niña que cantaba el himno a la Patria en el acto inaugural, mientras salía al estadio la delegación china, prestaba su cuerpo, porque la voz era de otra niña oculta, cuyo físico no era el adecuado para dar la imagen pretendida por el Gobierno de Pekín. Y los 52 niños y niñas que representaban a las distintas etnias chinas eran actores, casi todos de la etnia mayoritaria.
Una apariencia no muy conocida que me contó una monja que ha trabajado con presos dentro de la cárcel: esas oraciones a San Judas Tadeo o al Espíritu Santo que, con cierta frecuencia, aparecen en los anuncios clasificados de los periódicos, son mensajes en clave que se envían los presos entre ellos y/o con sus contactos en el exterior. No sé qué es preferible, que se trate de mensajes cifrados o de anuncios propios de gente crédula, que desvirtúa la religión y la confunde con la magia. En uno u otro caso, malas apariencias.
También es cierto que el descubrimiento de que lo real puede ser distinto a lo que aparece, ha dado lugar a importantes disquisiciones filosóficas. Ha sido también un estímulo para los avances científicos. Pero sin ir tan lejos o quizás yendo más lejos aún, los cristianos estamos llamados a vivir en la verdad. Vivir en la verdad compromete, pues implica fundamentar la vida en valores auténticos, más allá de componendas. Vivir en la verdad exige paciencia y constancia, porque la verdad hay que conquistarla cada día. Desgraciadamente, a veces tengo la impresión de que a muchos niveles falta voluntad de verdad.