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Afectos de mujer e intereses de varón
6 comentariosTomás de Aquino se pregunta por qué motivo Jesús resucitado se manifestó primero a las mujeres. Esa es su respuesta: porque al ser las que más amaron al Señor, su espíritu estaba mejor dispuesto para reconocerle. Dicho de otro modo: sólo el amor permite el conocimiento verdadero y, por eso, sólo desde el amor es posible un encuentro con Jesús. Posiblemente las mujeres reconocieron antes que los varones la verdad de Jesús como Señor resucitado y, por tanto, su más profunda identidad, porque su amor era más puro, gratuito y desinteresado. Era un amor sin condiciones, sin preguntarse lo que iban a ganar o perder con su compañía.
Los discípulos varones, sin duda, apreciaban a Jesús, pero se hacían muchas expectativas sobre lo que con él iban a conseguir. Esperaban que Jesús restableciera el Reino de Israel y ocupar los primeros puestos en ese Reino. Los discípulos buscaban el poder, el prestigio. Sus relaciones con Jesús no estaban exentas de interés. Y desde el interés la relación siempre esta viciada, y así no es posible llegar al corazón. Solo la gratuidad, el desinterés, permite el afecto sincero, el amor por encima de cualquier otra cosa. Ellas amaban al Señor Jesús con todo su corazón. Ellos le amaban con muchos intereses. Por eso las primeras tenían una buena base para reconocerle, mientras que los varones necesitaban desprenderse de sus intereses egoístas para pasar al estadio del amor sin condiciones.
En nuestro tiempo hablar de mujeres y varones con distinciones tan marcadas resulta injusto e inapropiado. El egoísmo y el amor se dan en personas de uno y otro sexo. Hay varones amorosos y mujeres que sólo se aman a sí mismas. El creyente de hoy puede reconocerse tanto en María Magdalena como en esos discípulos que buscaban los primeros puestos en el Reino. Una u otra identificación permite discernir sus posibilidades de un encuentro auténtico con el Señor. Las diabólicas ideas de Pedro (Mt 16,23), pero también los afectos de María Magdalena, son propias de varones y mujeres. Por eso en una Iglesia siempre tentada por el poder y el dinero, es importante decir claramente que lo que la construye no es tanto lo petrino (por muy importante que sea, pero precisamente por ser importante corre el riesgo de desvirtuarse en poder e interés) cuanto lo mariano (lo mariano de la Magdalena y también lo mariano de la madre de Jesús), signo de lo gratuito y desinteresado.