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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
May
2010

A falta de Dios..., dioses

2 comentarios

A falta de Dios, necesitamos dioses. Los políticos lo saben muy bien: el pueblo necesita ilusión. Pero, claro, con cuatro millones de parados y más de un millón de familias en las que no entra ningún sueldo no resulta fácil ilusionarse. A falta de realidades ilusionantes vendemos circo y, si ni siquiera tenemos circo, vendemos falsas promesas que nunca se cumplirán. En esta España de nuestros amores últimamente tenemos bastante circo: las victorias de nuestros deportistas y las posibilidades de la selección española de fútbol en el próximo mundial, al menos, nos distraen y hasta logran hacer patria, unirnos en una traca, que hace ruido, aunque detrás solo haya humo.

Todos buscamos la felicidad y, por eso, necesitamos absolutos, porque lo queremos todo y nunca nos conformamos con menos. Nuestro corazón es pequeño, pero insaciable, porque tiene una capacidad infinita. Por eso cuando uno no sabe o no puede llenar el corazón con amores auténticos, busca sucedáneos que lo tranquilicen. Alguna vez he dicho a los jóvenes que el sexo –entiéndase: el sexo desordenado- es un mal sucedáneo del amor. Lo que en realidad buscamos es cariño, pero a falta de cariño…, lo compensamos con sexo.

Los teólogos medievales decían que en el ser humano hay un deseo natural de encontrarse con Dios. Un deseo que está inscrito en lo más profundo de nuestro ser. Cuando este deseo no se orienta hacia el Dios verdadero, el ser humano orienta el impulso de su deseo hacia una multiplicidad de objetos (la salud corporal o las riquezas del mundo, las amistades mundanas y los placeres del cuerpo, el afán de gloria y de prestigio, o la identificación con figuras deportivas, artísticas, políticas o incluso delictivas), que por su misma finitud y limitación le decepcionan siempre. Desviado de su buena orientación, el ser humano no conoce el descanso. Porque los dioses de este mundo duran poco y, por eso, resultan frustrantes.

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Bernardo
4 de mayo de 2010 a las 12:44

Es una verdad antropológica que el ser humano necesita crearse referentes que le ayuden a comprenderse, algo así como las ideas reguladores kantinas. Pero sucede con frecuencia que el hombre acaba sometido a esos referentes, los hipostasía en mil realidades y acaba perdido en un cierto barullo mitológico. En esta sociedad no faltan ejemplos, la sociedad de consumo nos nutre bien de ellos. Por eso coincidimos los cristianos y los ateos verdaderos, porque sólo se puede ser un verdadero cristiano si se es un buen ateo, y viceversa. Nos falta un poco de verdadero ateísmo para llegar a la fe profunda en el Dios de la vida y el amor.

Catalina
5 de mayo de 2010 a las 14:50

Mientras no veamos nuestra impotencia e insignificacia no podemos encontrarnos con Dios, mas bien somos nuestro propio dios.
Tal vez con la que nos viene encima, la crisi y la penuria nos hagamos mas humanos. Es triste que tengamos que pasar por todo lo que vamos a tener que pasar. pero lo pasaremos

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