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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
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20
Feb
2010
Intercambio de hijas menores para sexo
4 comentarios

Dentro y fuera del confesionario me han hecho distintas consultas y confidencias. Sabía de sexo practicado con menores por familiares cercanos. Lo que hasta ahora no había oído era que unos padres hubieran intercambiado a sus hijas menores (el relato tal como lo cuenta la prensa dice que las niñas tienen 9 y 10 años) para abusar sexualmente de ellas. Peor aún, que las madres de las niñas conocían las agresiones y no las impidieron.

Las relaciones sexuales entre personas mayores que consienten el hecho, pueden hasta resultar comprensibles, aunque cristianamente no se puedan aprobar. En ocasiones son malos sucedáneos de la necesidad de afecto y cariño que todos tenemos. Pero cuando se trata de relaciones sexuales entre un mayor y un o una menor, el asunto cambia. Ya no resulta comprensible, estamos ante un delito reprobable y repugnante. Si el mayor es, además, clérigo, el asunto se convierte en escandaloso. En este tipo de asuntos, como en todo, hay grados y no todo tiene la misma gravedad ni la misma repulsa social.

La sexualidad con menores dentro de la propia familia alcanza grados extremos de gravedad. Al daño moral, psicológico y físico que se produce en el o la menor, se añade una tristeza profunda en el resto de la familia y un desgarramiento en las relaciones, muy difícilmente reparable. El caso de unos padres intercambiando a sus hijas menores añade todavía un plus de indignidad. Que se trate de familias pobres y desestructuradas puede explicar, pero no justificar la indignidad. Y el posible miedo de las madres (puestos a encontrar una explicación) puede explicar su silencio, pero tampoco justifica su complicidad y su irresponsabilidad.

No sé si hace falta añadir que el sexo es estupendo, maravilloso. Un don de Dios. Vivido como expresión de amor resulta humano, humanizador, digno y dignificante. Cuando se corrompe, aparece lo peor, lo degradante, lo deshumanizador. Tanto más degradante, cuanto más cercana sea la relación con el menor y la influencia sobre él.

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18
Feb
2010
Conocimiento e interés
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A los discípulos de Jesús no les resultó fácil entenderle. Entre otras cosas porque sus intereses eran distintos a los de Jesús. El evangelio de Marcos (9,30-36) cuenta una escena significativa: Jesús instruía a sus discípulos sobre su próxima muerte y ellos “no entendían”. Porque en realidad lo que les interesaba era saber “quién era el más importante”. Algo parecido ocurre en el relato de la Cena de despedida tal como lo cuenta Lucas (22,16-27): mientras Jesús les habla de su Pascua y les reparte la copa y el pan, diciendo: “esto es mi cuerpo”, los discípulos están en otra cosa, discutiendo sobre quién de ellos parecía ser el mayor. Resulta difícil entender a Jesús cuando falta la actitud adecuada.

Hay realidades que solo se conocen desde una determinada postura. Hay conocimientos que suponen una actitud. El conocimiento de los valores, por ejemplo. El que solo piensa en como encontrar dinero para tomar droga, difícilmente comprenderá los valores espirituales o mirará al prójimo con compasión. Hay terrenos en los que solo el amor da el conocimiento verdadero. Así ocurre con el conocimiento de Dios. Para encontrarle no hay que preguntar dónde está, sino cómo voy a situarme para encontrarle. Dicho de forma provocativa, Dios está en todas partes, también en la casa de prostitución; pero lo que van a esas casas no están en la disposición adecuada para encontrarle, por mucho que Dios está también allí. Ya la Escritura se refería a estas malas disposiciones del oyente cuando habla de sordos que no quieren oír y ciegos que no quieren ver (Mt 13,13).

Un viejo aforismo dice que “nada se quiere si antes no se conoce”. Hay quien entiende que es más exacto decir que “nada se conoce si antes no se ha querido”. Solo el que necesita a Dios puede descubrirle. Para conocerle hay que empezar por anhelarle, por tener hambre de él. No se entra en la verdad sino por el amor, decía San Agustín.

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16
Feb
2010
La voluntad a la que se entrega Dios
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Dice el Maestro Eckhart: “Dios nunca se entregó ni se entregará jamás a una voluntad ajena. Solo se entrega a su propia voluntad. Donde Dios encuentra su voluntad, ahí se entrega y se abandona a ella con todo cuanto es”. En otras palabras, solo si conformamos nuestra voluntad con la divina, Dios podrá hacerse presente en nuestra vida. La conclusión que saca el místico es que la conformidad con la voluntad divina implica un continuo vaciarse, un abandonar toda voluntad propia, a fin de que la voluntad de Dios tenga espacio en nosotros.

Estos pensamientos del maestro dominico, parecidos a los de otros grandes místicos, no hay que entenderlos como suponiendo una anulación de la propia personalidad ni como un olvido de nuestro compromiso a favor de los otros seres humanos. No hay anulación de la propia personalidad porque el ser humano solo se encuentra a sí mismo cuando se entrega al amor y cuando recibe amor; en definitiva, se encuentra a si mismo en la amistad. Y la amistad supone una identidad de voluntades entre los amigos; los amigos buscan complacerse mutuamente y para ello quieren hacer la voluntad del amigo. Pero como mi amigo también quiere complacerme, cuando yo hago su voluntad, él se complace en mi y busca lo mejor para mi. Cuando yo me entrego a Dios, me entrego al mejor amigo y entonces es cuando de verdad me encuentro a mi mismo.

Por otra parte, Dios nos habla a través de los hermanos, sobre todo a través del hermano pobre y necesitado. De alguna manera, atender al pobre supone un abandonar mi voluntad. Esta voluntad que me dice que busque mi comodidad y me insta a que me olvide de ese pobre que me molesta y reclama, nada menos, que lo deje todo para atenderle a él. No hay verdadero encuentro con el pobre sin renuncia a la propia voluntad, sin abandonarse a la voluntad ajena, esa voluntad que transmite la voz de Dios: “cada vez que lo hicisteis con uno de esos, los pequeños, a mí me lo hicisteis”. Los místicos que, a veces, parecen tan alejados de la realidad, resultan a la postre los más realistas y los más comprometidos en el terreno fraterno y social. Y, en definitiva, los que nos conducen a lo único necesario.

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14
Feb
2010
Noviazgo para discenir
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¿Cómo explicar a los jóvenes cristianos la inconveniencia de las relaciones sexuales prematrimoniales? Inspirándonos en Tomás de Aquino habría que decir: la respuesta: “es pecado porque ofenden a Dios”, es insuficiente. La respuesta adecuada debe probar que, quienes así actúan, obran contra su bien y, por eso, ofenden a Dios. Lo fácil es hablar de pecado; lo eficaz y durable, aunque también lo más difícil, porque exige pensar y pensar es una ascesis que no todos están dispuestos a realizar, es dar razones a los novios de que tales relaciones no son buenas para ellos.

He leído una respuesta que me parece convincente. La ofrezco a la espera de que los lectores me ayuden a mejorarla: El noviazgo es un tiempo de discernimiento. Puede ocurrir que me encuentre con una buena persona, pero sin que surjan aquellos ulteriores elementos que me llevan a pensar que podemos hacer un proyecto de amor juntos para toda la vida. En este caso hay que tener la posibilidad de romper ese vínculo y quedar como buenos amigos, aunque esta ruptura comporte una cierta dosis de sufrimiento. Pero es un sufrimiento que se asume para evitar más tarde uno mayor. El noviazgo es un tiempo de libertad, una especie de puerta giratoria para poder entrar en la relación y salir de ella con libertad. Esto es posible si se han custodiado los justos niveles de comunicación.

Las relaciones sexuales nos implican a un nivel muy profundo y reducen la libertad. La puerta giratoria puede convertirse en puerta bloqueada. Es posible que a los novios les resulte difícil aceptar que, tras haberse dado de esta forma, su relación no continuará. Y entonces se buscan mil presiones para salvar la relación, del tipo: nos damos un tiempo para pensarlo y luego volvemos. Más aún, una relación no es del todo buena cuando uno de los novios dice: “Te quiero mucho, pero mientras no hagamos la prueba de las relaciones sexuales, no estaré seguro de si puedo continuar con esta historia”. Una traducción muy probable de frases de este estilo pudiera ser: “la relación sexual contigo es más importante que tú”.

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12
Feb
2010
Primera comunión sin bautismo
15 comentarios

Es ya habitual que padres bautizados no bauticen a sus hijos. Es aún más habitual que niños bautizados no hagan la primera comunión. Lo que no sabía es que, dado que las familias monoparentales tienen más facilidades legales para inscribir a sus hijos en los colegios, algunos matrimonios inician los trámites de separación o divorcio, aunque luego los paralicen, para así gozar de las ventajas de la familia monoparental al inscribir a sus hijos en un colegio católico.

También es habitual que en estos colegios se matriculen niños no bautizados. Pero me ha desconcertado saber que las familias de algunos de estos niños los inscriben para hacer la primera comunión. En el catecismo se decía que “primero bautismo, segundo confirmación”. Hace ya tiempo que los intereses de la Iglesia española han relegado la confirmación a un tercer o cuarto lugar, situándola después de la primera comunión. ¿Pensarán estos padres de niños no bautizados inscritos para la primera comunión que se puede relegar el bautismo para después de la comunión? En realidad no piensan nada. Bueno, sí, en la fiesta. ¿Cuáles son los intereses que hay en la sacramentalización, tanto por parte de la Iglesia que recibe, como por parte de los que piden la recepción?

Mientras en la Iglesia las mayorías sean importantes, mientras pensemos en la seducción de los números, y no cuidemos la calidad y madurez de la fe, será difícil que no ocurran cosas como las mentadas. Nos resistimos a pensar que el Evangelio, si bien es para todos, solo lo acogen en serio pocas personas. Por otra parte, no me parece justo criticar sin matices al catolicismo sociológico. Hay distintos grados en la fe, cosa que ya constataba Jesús: entre la gente con fe unos tienen “mucha fe”, y otros son “gente de poca fe”. Todos caben en la Iglesia. Pero incluso dentro de la “poca fe” hay que exigir unos mínimos de coherencia para no convertir el decirse católico en un asunto de intereses que no tienen nada que ver con el Evangelio.

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10
Feb
2010
Revelación histórica y gradual
5 comentarios

En un post ya antiguo decía que Dios no manipula la naturaleza, sino que se sirve de las fuerzas del azar y de la contingencia para llevar a cabo su obra. Igualmente podemos decir que Dios no manipula los acontecimientos, pero se sirve de ellos para dar a conocer sus designios a los hombres. Dicho de otro modo: la revelación avanza y se profundiza gracias a la historia de la cultura y de la civilización. No es una especie de oráculo venido del cielo. El Espíritu Santo aprovecha las circunstancias para suscitar en el profeta nuevas palabras que los acontecimientos han hecho posibles.

Seguramente el salmo 2 está compuesto por un poeta de la corte con ocasión de la coronación de un rey y puede repetirse tal cual en la coronación de su sucesor. Pero, durante el exilio y después de él, cuando ya no existe rey histórico, los israelitas seguían cantando este salmo, interpretándolo de otra manera, sin referirlo a un individuo histórico. Con las palabras del salmo se expresaba la esperanza en la venida de un rey ideal, que nosotros llamamos Mesías. Aunque el poeta original no hubiera pensado en ningún Mesías cuando compuso el canto, eso no es obstáculo para que las nuevas circunstancias permitan otra lectura del salmo que profundiza y mejora la revelación. Así el Nuevo Testamento podrá citar este salmo como mesiánico sin ningún reparo. Decir, basándose en el sentido originario, que el Nuevo Testamento no ha entendido el sentido del salmo, es no comprender la dimensión histórica y, por tanto, progresiva de la revelación.

El Espíritu Santo también inspira a los creyentes actuales que, en otras circunstancias, leen los salmos. Pensemos, por ejemplo, en los salmos que recita el enfermo o el perseguido pidiendo a Dios liberación. Aunque el orante no se encuentre en esta situación, si piensa en los millones de seres humanos que sufren o son perseguidos por la justicia, puede convertirse en su portavoz. Recitar el salmo se convierte así en solidaridad con el que sufre injustamente y nos hace salir de nuestro egoísmo para abrazar el mundo entero en el amor.

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8
Feb
2010
Justicia de Dios
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El mensaje de Benedicto XVI para la próxima cuaresma es una reflexión sobre un texto de la carta a los romanos: “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo”. Esta justicia de Dios parece que contradice el concepto habitual de justicia: dar a cada uno lo suyo. En efecto, en Jesucristo se ha revelado la justicia que viene de la gracia. Una justicia inmerecida, según los criterios humanos. Porque lo justo es el rendimiento de cuentas y castigar al pecador. En Jesucristo, por el contrario, se manifiesta un Dios que justifica (hace justo) al pecador. Una justicia así solo se comprende a la luz del amor incondicional de Dios que nos abre a una lógica distinta, la lógica del que solo quiere el bien del amado y hace de este bien el criterio de lo justo, de lo que conviene al amor.

Para entrar en una justicia así, dice el Papa, “es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia”. En otras palabras, la justicia divina no es un derecho o una conquista. Solo puede ser acogida cuando uno se abre al perdón y a la amistad. Para abrirse al amor hay que aceptar la propia indigencia, reconocerse necesitado del Otro. Reconocer la necesidad del Otro, de Dios y del hermano, libera el corazón de todo egoísmo. De este modo se hace posible el encuentro que posibilita ser plenamente uno mismo.

La acogida de esta justicia que nace de la gracia tiene una ineludible dimensión fraterna, que nos abre a otra manera de ser humanos, la manera solidaria, que la comprensión de la gratuidad del amor divino hace posible. Si la auténtica vida nace de la gratuidad, entonces la vida auténtica se expresa y manifiesta en la gratuidad con la que me relaciono con el hermano. Esta lógica, para decirlo con palabras del Papa, “condena la indiferencia que hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas”, y nos impulsa “a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de personas y donde la justicia sea vivificada por el amor”.

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5
Feb
2010
Carrera eclesiástica
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En la audiencia del pasado miércoles, Benedicto XVI presentó a los fieles la figura de Domingo de Guzmán. Al recordar que Sto. Domingo fue canónigo de Osma dijo que, aunque este nombramiento podía representar un motivo de prestigio personal, él no lo interpretó como el inicio de una brillante carrera eclesiástica, sino como un servicio. Y al respecto se preguntó: el poder, el hacer carrera, ¿no es una fuerte tentación de la que no están inmunes los responsables del gobierno de la Iglesia? Y añadió: la Iglesia sufre cuando una persona a la que se le confieren responsabilidades trabaja para acrecentar su poder, prestigio y estima, y no para la comunidad.

Nunca me ha gustado la expresión “carrera eclesiástica”. Porque, de algún modo, implica la búsqueda de promoción y prestigio, precisamente en nombre de lo que debería conducir al servicio y al último puesto. Es llamativa la cantidad de veces que en el Nuevo Testamento se lanzan serias advertencias contra el poder. Pero ¡atención!, no precisamente contra el poder civil, sino contra el eclesiástico. Y aclaro que cuando la carta a los romanos afirma que el poder viene de Dios, se refiere al poder civil. Cierto, esta afirmación queda compensada con otra del Apocalipsis, que dice que el poder viene de Satanás, y Lucas nota que Satanás lo reparte entre sus amigos. Buscar poder en la Iglesia es asemejarse al mundo.

Las palabras del Papa son siempre oportunas. La pena es que, a veces, no tienen más remedio que ser genéricas. Aunque detrás de lo genérico está lo personal. La tentación eclesiástica del poder es tan grande que, a mi entender, solo puede paliarse mediante una reforma estructural: ¿qué impediría –hablo de motivos teológicos- que los nombramientos episcopales fueran por un tiempo limitado?; ¿qué impediría que algunas decisiones del pastor o del párroco tuvieran que contar con el consentimiento del consejo presbiteral o parroquial?; ¿qué impediría que determinados nombramientos fueran consultados a estos consejos? Las advertencias siempre son sanas. Pero también es sano que se pongan los medios necesarios para que las tentaciones causen menos sufrimiento a la Iglesia.

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4
Feb
2010
Tráfico de niños
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La detención de 10 norteamericanos, afiliados a una iglesia baptista, en la frontera entre Santo Domingo y Haití, que pretendían hacerse (iba a decir “raptar”, pero ellos dicen que no pretendían raptar) con 33 niños haitianos, no es más que la punta del iceberg de un asunto poco claro, por no decir sucio, que se desarrolla habitualmente en algunos países pobres, y que también se daba en Haití antes del terremoto. Es posible que recuerden que algunas monjas españolas que trabajan en África sufrieron amenazas de muerte por denunciar prácticas, que incluyen comercio de órganos. Según informaciones fidedignas, antes del terremoto, los niños haitianos vendidos y comprados ilegalmente rondan los mil casos anuales.

Hay hechos que, de por sí, son repugnantes y condenables. Que además se mezclen apelaciones a la religión, como en el caso de los niños haitianos, no cambia la gravedad del asunto, pero sí obliga a recordar que no se puede tomar el nombre de Dios en vano. Desgraciadamente su santo nombre ha sido demasiado profanado y vilipendiado. Las palabras de Martín Buber sobre las huellas de sangre que los seres humanos han dejado bajo el término “Dios” siguen resonando como una advertencia permanente. Las apelaciones al nombre de Dios tienen sus luces y sus sombras. Pero cuando de sombras se trata, lo bueno se convierte en pésimo.

Para que los derechos y libertades de la persona, sobre todo de los más débiles y vulnerables, sean debidamente reconocidos, falta todavía un largo camino por recorrer, debido a condicionamientos de todo tipo: económicos, políticos, sociales, ideológicos y también religiosos. La explotación de la sexualidad (trata de blancas, prostitución infantil, violación de menores –por cierto, un periódico boliviano acaba de denunciar la violación de 42 menores en un centro evangélico de acogida-), el tráfico de órganos, el robo de menores, o la manipulación del hombre por el hombre, es uno de los mayores insultos al Creador. Por eso, la cooperación en la obra creadora de Dios, que hoy bien puede traducirse en ayuda desinteresada para reconstruir Haití, pasa por el logro de una mayor justicia como fruto del amor.

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2
Feb
2010
Para que las religiones den vida, extremistas no
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Los extremismos, coacciones, intolerancias, violencias, cometidas en nombre de la religión, sea cual sea su adjetivo, cristiana o musulmana, son malos y hay que denunciarlos. La labor que algunas personas e instituciones, en nuestro país, realizan en pro del buen entendimiento entre cristianos y musulmanes, es admirable y debemos apoyarla. Cosa distinta son las actitudes inaceptables adoptadas por algunos imanes. Recientemente, en Cunit, pueblo de Tarragona, una mujer musulmana de 31 años denunció al imán por amenazas, coacciones y calumnias. ¿Motivo de las amenazas del imán? La mujer se relaciona con españoles no musulmanes. Mientras la fiscalía solicita cinco años de cárcel para el imán, la alcaldesa de Cunit ha frenado su arresto “para evitar un conflicto social”. ¿No será también por miedo?

 

Tarragona es un bastión del salafismo, corriente extremista, que controla el 90 por ciento de las mezquitas, y busca controlar el resto. Sus líderes reciben dinero de Arabia Saudita y viajan continuamente a Bélgica y Holanda, donde se reúnen con sus padrinos de Yemen. Estas personas extremistas son las que resultan temibles, y no las religiones, que merecen todo el respeto. Por eso es necesario apoyar a los líderes moderados de estas religiones, dialogar con ellos, acercarse, crear vínculos. El conocimiento y la cercanía son el mejor antídoto contra extremismos, enemistades y malentendidos. Por tanto, si criticamos al Islam debemos comenzar por aclarar de qué Islam estamos hablando.

 

Las religiones son santas. Pero como somos los humanos quienes las vivimos, conviene tener claros algunos criterios para determinar la autenticidad de la vivencia. Un buen criterio es si la religiosidad conduce a una mayor humanización; o, si excluye toda violencia y respeta la libertad, tanto para abrazarla como para dejarla. Si no así, estamos ante claros signos de inautenticidad. Por lo demás, cuando alguien, sea cual sea su título, en nombre de la religión, atenta contra la dignidad humana, hay que denunciarlo. Y un consejo para nuestros gobernantes (ya me imagino que no me leen, pero al menos así creo ambiente): dejen de moverse entre la ignorancia y el miedo; apoyen a los líderes moderados; y en vez de escuchar a no sé qué imanes, escuchen a las mujeres.

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