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Oct2009Pecado más delito, escándalo mayúsculo
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Oct
La Iglesia absuelve los pecados y, a veces, no denuncia los delitos de sus miembros más relevantes hasta que no se convierten en un escándalo social. No es menos cierto que algunos delitos, que también son pecados graves para la conciencia creyente, son más aireados que otros por los medios de comunicación precisamente porque son imputados a ciudadanos que hacen gala de su condición de buenos católicos.
El escándalo que produjo el dimitido concejal del ayuntamiento de Palma de Mallorca, Rodrigo de Santos, catequista de la parroquia de Son Oliva en dicha ciudad, por haber usado fondos públicos para satisfacer vicios privados en locales de nula reputación, ha sido multiplicado por haber sido posteriormente acusado del delito de corrupción de menores. Si en su momento el exconcejal reconoció el mal uso de fondos públicos y devolvió el dinero, ahora niega las acusaciones de corrupción. El caso ha quedado visto para sentencia. No cabe duda de que su pública condición de militante de un movimiento eclesial, hace que el asunto tenga un interés añadido. Algunos hechos lo hacen todavía más desagradable. Uno, que la defensa haya llamado como testigos a algunos líderes del movimiento, especialmente al sacerdote Nicanor Martínez, al que el Magistrado tradujo en términos religiosos la ley que prohíbe mentir en un proceso penal, recordando el octavo mandamiento. En su defensa el acusado y uno de sus testigos, se refirieron al modo como los chilenos ven las cosas, en alusión a la procedencia de los menores. El Magistrado llamó la atención, en términos duros, por esas observaciones totalmente fuera de lugar.
Ojalá el acusado sea declarado inocente del delito que se le imputa. Por su bien y el de su familia. Sea cual sea la sentencia este caso me suscita una reflexión, que me aplico en primer lugar a mi y luego ofrezco como humilde consejo: si pecas, al menos no cometas delito. Porque entonces el escándalo es mayúsculo y el daño puede ser irreparable.