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¿Voces del más allá?
7 comentariosVoces del más allá. O del más acá. ¿Cómo saberlo? Hace unos días me referí a un exorcista italiano que afirma que por los palacios de la Santa Sede pulula el demonio. ¿En qué fuentes se basa para hacer tamaña acusación? Según él, en la mejor: se lo confesó el propio demonio durante los exorcismos. No es la primera vez que leo que el demonio mantiene conversación con el exorcista. Uno de la diócesis de Madrid también ha relatado sus charlas con el demonio. Unos dicen hablar con el demonio y otros con la Virgen o con el propio Cristo. De vez en cuando llegan a mi casa unos folletos atribuidos a no sé que monja que cuentan escenas no relatadas en los cuatro evangelios canónicos, que según la cuentista se las escuchó al propio Jesús. Todo muy divertido.
Del mismo modo que la credulidad es un mal sucedáneo de la fe, las ganas de entrar en contacto con el más allá es un mal síntoma de un deseo mal encauzado de contactar con la trascendencia. No hay encuentros directos con el más allá. A Dios nadie le ha visto jamás. Y a Cristo resucitado solo le encontramos a través de mediaciones. El que quiera encontrarle tiene un lugar seguro al que acudir: el pobre, el enfermo, el hambriento. Allí está él, si es que nos fiamos de su palabra. Lo otro, esas supuestas charlas con seres del más allá, son experiencias del más acá, que ocurren dentro de este mundo. Por tanto, son mundanas. Y seguramente tienen muchas explicaciones. No está nada claro que sean experiencias espirituales. Porque el Espíritu se expresa y manifiesta no en lo estrambótico, sino en la normalidad. El Espíritu bueno y el malo. También el malo tiene muchos medios de hacerse presente sin necesidad de recurrir a situaciones patológicas o delirantes.
¿Cómo se sabe que se trata de voces “del más allá”, buenas o malas? ¿Por qué lo dice el oyente? Criterio bastante débil. Entre los frutos del Espíritu santo y entre los del espíritu maligno no he encontrado nada estrambótico. Los del santo: bondad, paciencia, generosidad. Los del mal: envidias, mentiras, orgías, borracheras. Todo muy “normal”.