Ene
Uso profano de lo religioso
3 comentariosReligión es una palabra con muchas vertientes. Puede significar “relación con Dios”. Es religiosa la oración. Pero puede tener también el sentido de “modo de expresión”. Es religiosa una procesión. Entendida como modo de expresión, la religión no puede absolutizarse, porque los modos de expresión son múltiples y dependen de los gustos de cada uno. Pero los modos de expresión, las formas y maneras, pueden utilizarse con intenciones distintas, a veces contrarias: una procesión puede ser expresión de una vivencia religiosa seria que tiene que ver con mi relación con Dios. Pero una procesión puede caricaturizarse, convertirse en burla de quienes la realizan con el propósito de expresar su fe en Dios (la imagen que acompaña al post es una de las más pudorosas de una procesión atea realizada precisamente en Jueves Santo).
En nuestra cultura actual han aparecido modos de utilizar lo religioso de forma profana. Hay expresiones artísticas (o pseudo-artísticas) que utilizan lo religioso con intenciones poco religiosas o anti-religiosas. Se publican viñetas irónicas, que se quieren humorísticas, con tema religioso. Ese uso profano de lo religioso provoca, en algunos que se consideran muy religiosos, reacciones violentas. Pero la misma violencia de la reacción es la expresión más señalada de un mal uso de lo religioso. La religión, defendida violentamente, se degrada y se pervierte hasta el punto de dejar de ser religiosa. O en todo caso, esta defensa violenta hace de la religión una realidad diabólica u odiosa. El uso profano de la religión puede, en ocasiones, provocar un uso criminal de la religión. En cualquiera de los dos casos, la religión ha perdido su esencia. Con una diferencia: el uso criminal no puede, bajo ningún concepto, justificarse por el uso profano.
No es fácil ser un buen creyente. Pero la dificultad que proviene de la debilidad humana, encuentra en Dios comprensión y misericordia. Por eso, el creyente pide a Dios que no le tenga en cuenta sus pecados. Hay otras dificultades para ser un buen creyente que son consecuencia de ideologías fanatizantes, que dan lugar a fundamentalismos e intransigencias. Las intransigencias que terminan en violencia física no son las más frecuentes. También conviene estar atentos a la violencia verbal. Las palabras pueden herir. El que haya que tomar en serio la religión no tiene que conducir a posturas fundamentalistas. Cuando la afirmación de lo fundamental se convierte en fundamentalismo y la vivencia radical en radicalismo, entramos en una pendiente peligrosa que provoca descalificaciones, rechazos y divisiones.
¿Las religiones dividen? En cierto modo sí: no es lo mismo ser cristiano que ser budista. Por otra parte, las religiones unen: un buen cristiano es una persona que no pone límites al amor. Y en la base de toda buena religiosidad está la humanidad común y la fraternidad sin fronteras. Una religión que no llama a la hermandad es, por principio, falsa.