Sep
Un Papa que, por ahora, abre ventanas
7 comentariosHa sido portada de casi todos los periódicos. Ha sido la gran noticia de los portales religiosos. A unos y otros ha sorprendido la autorización del Papa Francisco para que durante el “año de la misericordia” todos los sacerdotes puedan absolver el, para los creyentes, pecado de aborto. Digo para los creyentes, porque solo para ellos tiene sentido el concepto de pecado, como un acto que no responde, en parte o totalmente, a los criterios del Dios revelado en Jesucristo. Cierto, según la norma eclesial, absolver el pecado de aborto está reservado al Obispo, aunque también hay otros confesores que pueden absolverlo habitualmente, porque tienen “bula” para ello. La autorización de Francisco tiene precedentes: durante los días en que se celebraron en Madrid las Jornadas Mundiales de la Juventud, el Arzobispo Rouco Varela concedió a los presbíteros una autorización semejante.
Más que los hechos en sí, lo que sorprende en Francisco son los acentos y los enfoques. Los acentos: con este Papa ha quedado muy claro que hay muchos modos de matar: el cerrar una frontera, las estructuras económicas o el comercio de armas matan cada día, y pueden ser pecados tan graves o incluso más que el del aborto (depende de las circunstancias). Cuando se tienen en cuenta todos los modos, entonces uno resulta más creíble en su denuncia que cuando solo se denuncia una modalidad. Los enfoques: hay situaciones muy difíciles de arreglar, porque las personas que las sufren se ven superadas por las circunstancias. Así enfocó el Papa en la Evangelii Gaudium el tema del aborto, buscando comprender la angustia de la mujer. Y así está enfocando otros temas sobre moral sexual o matrimonial. Comprender no es aprobar, mucho menos alentar. Pero sí es no añadir sufrimiento a sufrimiento. Comprender es “ponerse en la piel del otro”, preguntarse qué haría yo en su situación. Comprender es no juzgar “desde fuera”.
En cuestiones de moral o de pastoral vale lo que se dice en medicina: no hay enfermedades, sino enfermos. Es necesario mantener los principios, pero las respuestas son individuales. Algunos desearían que este Papa abriera puertas. No digo que en algunos terrenos no sea posible, pues a veces hemos confundido el dogma con la teología, hemos ahogado la libertad evangélica o hemos leído la Escritura desde presupuestos que le son ajenos. Por ahora tengo la impresión de que solo se abren ventanas y se favorecen los debates.